La ciencia argentina, antaño faro de progreso, hoy agoniza en la oscuridad del ajuste. Políticas cortoplacistas y una visión que prioriza elExcel sobre la investigación, amenazan con extinguir décadas de avances. Este artículo destapa cómo la manipulación política y el desfinanciamiento conspiran contra el futuro científico de nuestro país. Despertaremos la indignación, alzando la voz por un debate urgente: ¿qué ciencia queremos para Argentina?
El legado de Perón y el triángulo de Sábato: una visión estratégica en el olvido
En 1974, Juan Domingo Perón vislumbraba un futuro donde la ciencia y la tecnología eran pilares del desarrollo nacional. Su “Modelo Argentino para el Proyecto Nacional” reconocía la necesidad de una gestión eficaz de los recursos, investigadores dedicados y una estrecha colaboración entre el sistema científico, el gobierno, la producción y las finanzas.
Este ideal se complementaba con el esquema triangular de Jorge Sábato, quien en 1968 propuso integrar el Estado, la infraestructura científico-tecnológica y el sector productivo. Sábato alertaba sobre las “extrarrelaciones”, la dependencia tecnológica extranjera que socavaba nuestra autonomía. Ambos líderes coincidían: una política científica centralizada, con inversión estatal y colaboración internacional en términos de reciprocidad, era crucial.
¿Qué queda hoy de esas visiones? El triángulo de Sábato, ¿se ha transformado en un círculo vicioso de ajuste y desfinanciamiento? Estas preguntas nos interpelan ante el abismo que enfrenta la ciencia argentina.
El desfinanciamiento del CONICET y la UBA: un ataque al corazón de la ciencia argentina
Desde la asunción de Javier Milei, el sector científico ha sido blanco de una tormenta perfecta. El CONICET, pilar fundamental de la investigación, y la UBA, responsable de una de cada cinco investigaciones nacionales, sufren recortes presupuestarios que amenazan su supervivencia. La degradación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación a una mera secretaría es una declaración de intenciones: la ciencia ya no es prioridad.
Diego Golombek, científico y divulgador, describe la situación como de “absoluta incertidumbre” y denuncia la falta de comunicación oficial. Galo Soler Illia, experto en nanotecnología, lamenta el retroceso de Argentina en áreas clave. Eduardo Levy Yeyati cuestiona la visión “maximalista” del gobierno, que prefiere eliminar áreas enteras del conocimiento en lugar de solucionar problemas.
“Estamos frente a una tormenta perfecta de desfinanciamiento, falta de comunicación y desinterés político que pone en riesgo el futuro de la ciencia argentina.” – Diego Golombek
¿Las consecuencias? Investigadores con sueños científicos truncados por la desidia y la indiferencia, laboratorios que cierran sus puertas, jóvenes científicos obligados a emigrar. La ciencia argentina se desangra ante la mirada impasible de quienes deberían protegerla.
El INDEC y la manipulación de los datos de pobreza: la pobreza desaparece… ¡milagrosamente!
Pero el ataque a la ciencia es solo una parte de la ecuación. El gobierno también parece manipular las estadísticas de pobreza para construir una realidad paralela que no se condice con el sufrimiento de millones de argentinos. El INDEC, responsable de medir la pobreza e indigencia, publica informes con cifras que nadie cree. ¿Cómo es posible que, en medio de una crisis económica, la pobreza disminuya?
El truco reside en la metodología. El INDEC calcula la línea de pobreza estimando el costo de la canasta básica total (CBT) multiplicando la canasta básica alimentaria (CBA) por la inversa del coeficiente de Engel (Icde). Este coeficiente, que refleja el porcentaje del gasto familiar destinado a alimentos, se basa en la encuesta nacional de gastos de los hogares (Engho) de ¡2004/2005! ¡Datos de hace dos décadas!
En un contexto de inflación galopante, la estructura de consumo de las familias ha cambiado radicalmente. El INDEC ignora esta realidad, sobreestima el gasto en alimentos, reduce el Icde y, por ende, subestima la línea de pobreza. Así, cualquier ingreso, por ínfimo que sea, supera la línea de pobreza y las cifras se distorsionan.
Los datos sectoriales desmienten al INDEC. El consumo de carne, yerba mate y leche se ha desplomado. La propia encuesta de supermercados del INDEC revela una caída en el consumo masivo. ¿Cómo puede caer el consumo y disminuir la pobreza simultáneamente? La respuesta es tan simple como indignante: manipulación.
Según el INDEC, la pobreza ha desaparecido… ¡milagrosamente! Una cortina de humo para ocultar la crudeza de la realidad.
La necesidad de una ciencia autónoma y comprometida con el desarrollo social
Ante este panorama desolador, es imperativo defender el rol de la ciencia como motor del desarrollo social y la soberanía nacional. Invertir en ciencia y tecnología no es un gasto superfluo, sino una inversión a largo plazo que genera réditos económicos, sociales y culturales.
Debemos fortalecer el sistema científico, garantizar la estabilidad laboral de los investigadores, promover la colaboración público-privada y fomentar la divulgación científica para acercar el conocimiento a la sociedad. Es hora de proteger la ciencia argentina de los ataques y manipulaciones políticas, y construir un futuro donde la ciencia impulse el progreso para todos.
La ciencia no es un lujo, es una necesidad estratégica. Sin ciencia nacional, no hay libertad. No permitamos que la manipulación política nos arrebate nuestro futuro. ¡Infórmate, actúa, defiende nuestro futuro!