El escándalo que rodea al senador Edgardo Kueider, detenido en Paraguay por intentar ingresar al país con más de 200 mil dólares sin declarar, ha desatado una tormenta política en Argentina. La situación no solo pone en tela de juicio la integridad del legislador, sino que también ha generado un fuerte cruce de acusaciones entre el kirchnerismo y el gobierno de Javier Milei. En medio de la controversia, el senador Oscar Parrilli ha alzado la voz para acusar al oficialismo de proteger a Kueider, un ex aliado que ahora forma parte de las filas libertarias.
La Libertad Avanza bajo la lupa: ¿Complicidad o ingenuidad?
Parrilli, en declaraciones a Radio Splendid, fue contundente: “Ellos dicen que no es nuestro y si no es de ellos, que lo remuevan”. El senador kirchnerista argumentó que Kueider, si bien fue electo por una boleta peronista, se ha alineado completamente con el gobierno de Milei, apoyando leyes clave como la Ley Bases y bloqueando la derogación de decretos que benefician al oficialismo. “Se sacó fotos con Milei y claramente es un senador de ellos”, sentenció Parrilli. Esta acusación, que apunta a una posible complicidad del gobierno en el caso Kueider, busca no solo deslindar responsabilidades del peronismo, sino también exponer la supuesta hipocresía de Milei, quien llegó al poder con la promesa de combatir la corrupción y la “casta” política.
Las sospechas se profundizan al analizar el historial de viajes de Kueider a Paraguay, que según Parrilli, coinciden con fechas posteriores al tratamiento de la Ley Bases. “Claramente nos hace sospechar”, afirmó el senador, insinuando la posibilidad de un vínculo entre el contrabando de dinero y las negociaciones políticas en torno a la ley. Esta hipótesis, que aún no ha sido comprobada por la justicia, abre un nuevo frente de conflicto y alimenta la desconfianza hacia el gobierno de Milei.
Kueider: ¿Un caso aislado o la punta del iceberg?
El caso Kueider trasciende la anécdota policial y se convierte en un símbolo de la crisis de representación política que atraviesa Argentina. La facilidad con la que el senador cambió de bando, traicionando el mandato popular que lo llevó al Congreso, y las sospechas de corrupción que lo rodean, alimentan el descreimiento ciudadano en la clase política. Para Parrilli, este caso evoca el escándalo de la “Banelco”, un episodio de corrupción que marcó la historia del Senado argentino y que terminó con la renuncia del vicepresidente “Chacho” Álvarez.
“El caso de Kueider hace dudar mucho si no estamos de vuelta frente a un hecho como fue el de la Banelco, con una democracia tarifada”, advirtió Parrilli, sugiriendo que la compra de voluntades políticas podría ser una práctica extendida en el Congreso. La comparación con la “Banelco”, un caso que simboliza la corrupción y la degradación de la política, busca generar un impacto emocional en la opinión pública y posicionar a Kueider como un ejemplo de la decadencia moral de la clase dirigente.
La pelea por la banca: ¿Un ajuste de cuentas político?
Mientras la justicia paraguaya investiga el caso Kueider, en Argentina se libra una batalla política por su banca en el Senado. Unión por la Patria, el espacio que integra Parrilli, ha presentado una moción para destituir al senador entrerriano, argumentando que su conducta viola el artículo 66 de la Constitución Nacional, que establece la posibilidad de remover a un legislador por “inmoralidad manifiesta”. El oficialismo, por su parte, ha respondido con una propuesta para reformar la Ley de Fueros, que permitiría destituir a cualquier legislador con causas judiciales pendientes. Esta medida, que ha sido interpretada por la oposición como una maniobra para proteger a Kueider y a otros aliados con problemas judiciales, ha generado un nuevo foco de tensión entre el gobierno y la oposición.
Para Parrilli, la propuesta del gobierno es una “medida torpe, burda, que demuestra claramente la irracionalidad” y un intento de “tapar el sol con las manos”. El senador kirchnerista acusa al oficialismo de utilizar la reforma de la Ley de Fueros como una cortina de humo para desviar la atención del caso Kueider y evitar que se investigue a fondo la posible conexión entre el contrabando de dinero y las decisiones políticas del gobierno.
El futuro político de Edgardo Kueider se define en dos escenarios paralelos: los tribunales paraguayos, donde se enfrenta a una posible condena por contrabando, y el Senado argentino, donde su banca pende de un hilo. La decisión final, tanto en el ámbito judicial como en el político, tendrá consecuencias que resonarán más allá del caso individual, impactando en la imagen de la clase política y en el equilibrio de poder en el Congreso argentino.
El caso Kueider se convierte así en un capítulo más de la larga historia de tensiones y confrontaciones entre el kirchnerismo y el liberalismo en Argentina. La disputa por la narrativa, la búsqueda de responsabilidades y el cruce de acusaciones reflejan la profunda polarización que caracteriza la política argentina actual. Más allá del resultado judicial, el caso Kueider dejará una huella en el debate público, alimentando la desconfianza ciudadana y la crisis de representación política que atraviesa el país.