El caso del asesinato de Nora Dalmasso, ocurrido en noviembre de 2006 en Río Cuarto, Córdoba, ha dado un giro sorprendente tras 17 años de misterio. Una nueva pericia de ADN ha confirmado la implicación de Roberto Bárzola, un pulidor de pisos que había sido señalado como posible sospechoso en un informe del FBI en 2007. Este informe, ignorado en su momento por la justicia argentina, cobra ahora una relevancia crucial y plantea interrogantes sobre el rumbo que tomó la investigación inicial.
Un informe desoído, una verdad postergada
El ex agente del FBI, Stephen Walker, elaboró un informe de 12 páginas donde destacaba las inconsistencias en la coartada de Bárzola. Walker, quien tenía vínculos con Río Cuarto a través de su esposa, analizó minuciosamente la escena del crimen y las declaraciones de los testigos, llegando a la conclusión de que la versión del pulidor de pisos no se ajustaba a la realidad. Sin embargo, este informe fue desestimado por la justicia cordobesa debido a que Walker no reveló quién lo había contratado para realizar el análisis.
Dos años después, dos investigadores del FBI visitaron la escena del crimen en Río Cuarto. Ofrecieron la colaboración del Centro Nacional para el Análisis de Crímenes Violentos (NCAVC), una unidad especializada en casos complejos y seriales. Sorprendentemente, el fiscal Javier Di Santo rechazó la ayuda y continuó con una línea de investigación que se centró en el entorno familiar de la víctima, incluyendo a su esposo, Marcelo Macarrón, quien fue absuelto en 2022.
El ADN habla: La confirmación de una sospecha
Tras años de investigaciones infructuosas, el fiscal Pablo Jávega ordenó nuevas pericias, incluyendo un análisis exhaustivo de ADN. Los resultados fueron contundentes: el perfil genético de Roberto Bárzola coincide con el material genético encontrado en el cinturón utilizado para estrangular a Nora Dalmasso y en el vello púbico de la víctima. Esta evidencia científica irrefutable ha reabierto el caso y ha llevado a la imputación de Bárzola por abuso sexual seguido de muerte.
La confirmación de la implicación de Bárzola a través del ADN no solo valida el informe del FBI que fue ignorado hace 17 años, sino que también plantea serias dudas sobre la eficiencia y la transparencia de la investigación inicial. ¿Por qué se desestimó el informe de Walker? ¿Qué llevó al fiscal Di Santo a rechazar la colaboración del FBI? Estas preguntas, que durante años resonaron en los pasillos de la justicia cordobesa, exigen ahora una respuesta.
La hipótesis del amante: una línea de investigación cuestionada
La investigación inicial del caso se centró en la hipótesis de un crimen pasional, sugiriendo la participación de un amante en el asesinato de Nora Dalmasso. Esta teoría, alimentada por rumores y especulaciones, llevó a la imputación de varios hombres cercanos a la víctima, pero nunca se encontraron pruebas concluyentes que la sustentaran. El abogado de la familia Dalmasso, Diego Estevez, siempre sostuvo que esta hipótesis era una “fantasía” de los investigadores y que el crimen pudo haber sido una emboscada.
Con la confirmación del ADN de Bárzola, la hipótesis del amante se desmorona por completo. La evidencia científica apunta a un escenario diferente, donde el pulidor de pisos habría ingresado a la casa de Nora Dalmasso con fines delictivos. Este nuevo giro en la investigación no solo cambia el enfoque del caso, sino que también plantea la necesidad de revisar las actuaciones judiciales previas en busca de posibles errores u omisiones.
Justicia postergada: El largo camino hacia la verdad
La familia de Nora Dalmasso ha luchado incansablemente durante 17 años para encontrar la verdad y obtener justicia. La absolución de Marcelo Macarrón y la nueva evidencia de ADN que implica a Roberto Bárzola representan un nuevo capítulo en este largo y doloroso proceso. El fiscal Jávega ha citado a declarar a Bárzola, quien se ha negado a prestar testimonio y permanece en libertad. El camino hacia la verdad aún es largo, pero la confirmación del ADN ofrece una esperanza renovada para que el caso finalmente se resuelva y los responsables sean llevados ante la justicia.
El caso Dalmasso no solo es un ejemplo de la complejidad de las investigaciones criminales, sino también de la importancia de la perseverancia en la búsqueda de la verdad. La confirmación del ADN de Bárzola, 17 años después del crimen, demuestra que la justicia, aunque a veces tarde, puede llegar. Este caso también sirve como una llamada de atención sobre la necesidad de revisar los protocolos de investigación y de dar la debida importancia a las evidencias científicas para evitar errores que puedan conducir a la impunidad.