La Navidad de 2024 se presenta con un sabor agridulce para muchas familias argentinas. La inflación, que ha golpeado con fuerza el bolsillo de los consumidores durante todo el año, se refleja ahora en la canasta navideña, cuyos precios han experimentado un aumento significativo en comparación con el año anterior. Este incremento no solo dificulta la posibilidad de celebrar las fiestas con la tradicional abundancia, sino que también pone en jaque el acceso a productos esenciales para la mesa familiar.
Un golpe al bolsillo en vísperas de las fiestas
Según un informe de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Córdoba, la canasta navideña compuesta por nueve productos típicos ha registrado un aumento promedio del 132,76% en comparación con noviembre de 2023. Esto significa que, en promedio, las familias cordobesas deberán desembolsar $34.481,60 para adquirir los mismos productos que el año pasado costaban $14.814,49.
El champagne, un clásico de las celebraciones de fin de año, lidera la lista de aumentos con una suba del 187,15%, alcanzando un precio promedio de $12.820,21 por botella de 750 ml. Le siguen la sidra, con un incremento del 147,79% ($2.739,87), y el espumante de frutilla, con un 121,59% ($8.306,67). En el otro extremo, los productos con menores variaciones son las garrapiñadas de maní (76,33%, $645,56) y las gaseosas cola (78,06%, $2.482,78).
Disparidad de precios y estrategias de compra
El informe de la Defensoría del Pueblo también revela una notable dispersión de precios entre los comercios relevados. Por ejemplo, el precio del maní con chocolate puede variar hasta en un 102,58%, mientras que el postre de maní presenta diferencias de hasta un 152,67%. Esta situación obliga a los consumidores a recorrer diferentes establecimientos en busca de las mejores ofertas, una tarea que se suma a las dificultades económicas que ya enfrentan muchas familias.
Ante este panorama, las familias argentinas están implementando diversas estrategias para afrontar las fiestas sin resignar las tradiciones. La búsqueda de precios más accesibles en mercados populares, la compra anticipada para aprovechar descuentos y la elección de marcas alternativas son algunas de las medidas que se observan con mayor frecuencia. Además, muchos consumidores han optado por reducir la cantidad de productos que adquieren o por elaborar sus propios alimentos navideños, como pan dulce y turrones, para ahorrar costos.
El impacto en la mesa navideña
El aumento en el precio de la canasta navideña no solo afecta la compra de productos tradicionales, sino que también impacta en la elaboración de los menús para la cena de Nochebuena. El informe de la Defensoría del Pueblo analizó cuatro menús típicos y concluyó que el más económico, compuesto por pollo con papas fritas y duraznos al natural, cuesta $14.474,59, un 137,04% más que en 2023.
En el extremo opuesto, el menú más costoso, que incluye lechón con ensalada de papa y huevo e helado, alcanza los $57.560,58, un 111,80% más que el año pasado. Estos valores, calculados para seis comensales, evidencian que las familias deberán realizar un esfuerzo considerable para mantener las tradiciones culinarias de las fiestas.
En mercados populares como el Mercado Norte de Córdoba, la demanda de cortes de carne más económicos, como falda, bocado fino y aguja, se ha incrementado notablemente. Los comerciantes buscan ofrecer opciones accesibles para que las familias puedan disfrutar de un asado tradicional sin gastar una fortuna. Sin embargo, incluso estos cortes han experimentado aumentos significativos en sus precios.
Más allá de los números: el impacto social
El aumento desmedido en los precios de la canasta navideña no es solo un problema económico, sino que también tiene un profundo impacto social. Carlos Galoppo, defensor del Pueblo Adjunto de Córdoba, advierte que estas subas generan una presión considerable sobre los hogares, especialmente aquellos en situación de vulnerabilidad. Para muchas familias, cubrir las necesidades básicas se convierte en un desafío diario, y la Navidad se transforma en un momento de angustia en lugar de celebración.
La disparidad de precios entre comercios y la dificultad para acceder a productos esenciales profundizan las desigualdades sociales. Mientras algunos sectores de la población pueden disfrutar de las fiestas sin mayores preocupaciones, otros deben recortar gastos o renunciar a las tradiciones. Esta situación no solo genera sentimientos de exclusión y malestar social, sino que también afecta la cohesión social al acentuar las divisiones entre diferentes sectores.
En un contexto de crisis económica, las familias argentinas buscan equilibrar el peso de las compras navideñas con el deseo de preservar las tradiciones. La Navidad, una época que tradicionalmente se asocia con la unión familiar y la solidaridad, se convierte en un reflejo de las dificultades y la resiliencia de los sectores más afectados por la inflación. La capacidad de adaptación, la creatividad para encontrar alternativas y la solidaridad entre familiares y amigos se vuelven esenciales para afrontar las fiestas con optimismo.
El verdadero espíritu navideño radica no solo en el consumo, sino en la solidaridad y el apoyo mutuo entre todos los miembros de la sociedad.