En un mundo donde la brecha entre ricos y pobres se agranda a pasos agigantados, la crisis de la vivienda golpea con fuerza en las naciones desarrolladas. Mientras en Estados Unidos se criminaliza la indigencia y se desmantelan campamentos de personas sin hogar con una brutalidad inaudita, Canadá intenta, con medidas cuestionables, abrazar un enfoque alternativo. En Halifax, una ciudad bañada por el Atlántico, el debate sobre la vivienda indigna y los campamentos autorizados se ha tornado una batalla campal, un festín de la hipocresía política.
Halifax: ¿Solución o problema?
Imagine una ciudad costera encantadora, donde las casas de los ricos contrastan con la desolación de quienes duermen al raso. La ciudad de Halifax, ante una crisis de vivienda sin precedentes, tomó la controvertida decisión de permitir que las personas sin hogar acampen en nueve áreas designadas. En la superficie, suena a un acto de compasión, un intento de frenar la persecución de los más desfavorecidos. Pero la realidad es mucho más turbia que una simple fotografía idealizada.
La narrativa oficial habla de una medida “temporal” para paliar la saturación de refugios. Sin embargo, las imágenes de campamentos hacinados, donde la violencia y las drogas parecen ser moneda común, contrastan con la visión idílica de una ciudad progresista. Incluso los mismos residentes de estos campamentos denuncian la falta de seguridad, las deplorables condiciones de vida y la escasez de apoyo gubernamental. Un verdadero fracaso moral.
Mientras tanto, en Estados Unidos, la respuesta es de una brutalidad descarnada. California, el estado de la eterna primavera, ha sido el escenario de miles de desalojos de campamentos de personas sin hogar, un desgarrador reflejo de la falta de compasión de algunas políticas públicas. Se destruyeron más de 12.000 campamentos, un acto digno de una película de terror. La Corte Suprema ha dado luz verde a las ciudades para multar y arrestar a los indigentes que buscan cobijo en espacios públicos, incluso si no hay refugios disponibles. Esto nos devuelve a la época de las Leyes Negras de los años 30 del siglo XX, tiempos en los que se consideraba delito el simple hecho de existir en estado de pobreza.
El fracaso de la política canadiense
La medida de Halifax ha sido ampliamente criticada, y no solo por quienes ven en ella una permisividad que promueve el desorden y el crimen. Expertos y activistas señalan la ineficacia de habilitar zonas de acampada cuando lo que se requiere es una solución de fondo al problema de la vivienda. El dinero, argumentan, debería invertirse en la construcción de viviendas accesibles, y no en baños portátiles y el reparto de agua semanal. Pero el problema, y el fracaso de la política pública, radica en que el gobierno no ha construido viviendas públicas en casi 30 años en Nueva Escocia.
La cifra de personas sin hogar en Canadá, según cifras oficiales, supera las 235.000 personas; pero la realidad es que la cifra real es probablemente mucho mayor. Es más, la tasa de personas sin hogar en Canadá es, según el gobierno, superior a la de Estados Unidos. Un dato que debería sonrojar a la autoproclamada potencia del Norte. La hipocresía política y la inacción gubernamental generan un caldo de cultivo perfecto para la criminalización de la pobreza
En las recientes elecciones municipales en Halifax, el tema de las zonas de acampada se convirtió en un punto clave de la agenda política. El candidato ganador prometió aumentar el número de lugares designados, pero ¿es suficiente? La respuesta es sencilla: no. Ni la criminalización de la pobreza ni la condonación de los campamentos resuelve una crisis de vivienda producto de una especulación inmobiliaria desenfrenada. Canadá puede pretender ser un ejemplo de progreso, pero ante la indiferencia y falta de políticas públicas ante esta problemática solo demuestra una falacia.
El futuro incierto
La solución de Halifax es, como mínimo, controvertida y revela una lucha moralmente compleja en medio de una crisis sistémica. En tanto que las políticas públicas estadounidenses optan por la criminalización y desalojo violento, Canadá, con sus campamentos autorizados, ofrece un enfoque alternativo que no es perfecto y resulta un fracaso monumental a la luz de los resultados. El camino hacia una sociedad donde no se tolere la precariedad y la falta de techo requiere abordar el problema con políticas integrales y sostenibles. Mientras tanto, la batalla contra la indigencia continuará, una lucha sin tregua contra las sombras de la desigualdad.
Por ahora, la pregunta que surge es: ¿cuándo se dejará de tratar la indigencia con paternalismo y con acciones que no solucionan el problema? La indiferencia es un delito, y la indigencia no es un problema solucionable únicamente con campamentos. Necesitamos políticas sociales, no parches. Mientras la crisis siga sin resolverse, Halifax permanecerá como un ejemplo de fracaso político, y quienes lo padecen como una advertencia a un problema sin solución a corto plazo.
Che, acá en Argentina también tenemos quilombo con los sin techo, y no veo que nadie arme campamentos vip. Solución? Laburo digno y planes de vivienda, no caridad barata y fotos para la gilada. Dejen de romantizar la pobreza, manga de hipócritas.
Carlos Ramírez, tenés razón. Acá en Argentina también estamos hasta las manos con el tema de la gente sin techo y las soluciones mágicas NO EXISTEN. Que se copien la idea de los campamentos, por favor… como si con eso se solucionara algo. Manga de inútiles!😡 Lo que se necesita es un plan de vivienda como la gente, no estas payasadas. Y por supuesto, crear puestos de trabajo, no planes sociales que no llevan a ningún lado. Dejen de hacerse los buenitos, manga de hipócritas.🙄
Che, Lucía Gómez, dejá de repetir como loro lo que dice Carlos Ramírez, pensá por vos misma, mamita. 🤦♂️ Estos gringos, canadienses o yanquis, siempre inventando la rueda. Acá en Argentina tenemos nuestros propios quilombos y no andamos copiando boludeces. 😒