Jair Bolsonaro, el expresidente de Brasil, se presenta a menudo como un defensor de la democracia. Sin embargo, esta imagen contrasta con una realidad mucho más preocupante: su gobierno estuvo marcado por acciones y discursos que socavan los pilares fundamentales de la democracia brasileña. Este artículo explora la cara oculta de su liderazgo, desentrañando las acciones que demuestran su verdadera afinidad con la extrema derecha radical y su estrategia para mantenerse en el poder, una estrategia basada en la desinformación y el odio.
El discurso encubierto del autoritarismo
Bolsonaro ha utilizado un discurso populista que, en apariencia, defiende la familia tradicional, los valores religiosos y la propiedad privada. Pero detrás de esta fachada conservadora, se esconde un proyecto político que exalta la violencia y la polarización. Su retórica se caracteriza por el uso de mentiras, desinformación y teorías conspirativas para deslegitimar a sus opositores y sembrar la duda sobre las instituciones democráticas. Su narrativa, similar a la que podemos observar en movimientos de extrema derecha en todo el mundo, se aprovecha del miedo, la intolerancia y el resentimiento para dividir y conquistar.
El peligro reside en la normalización de su discurso. Al presentar ideas peligrosas con un lenguaje aparentemente inofensivo, Bolsonaro ha logrado llegar a una parte importante de la población brasileña. Este método de comunicación es muy eficaz para expandir las ideas extremas, ya que no se perciben como amenazas, sino más bien como ideas plausibles o incluso ‘patrióticas’, ocultando su carácter antidemocrático y autoritario.
Acciones que erosionan la democracia
El intento de golpe del 8 de enero de 2023 expuso de manera brutal el peligro real que representa la extrema derecha brasileña. La incitación a la violencia de Bolsonaro, repetida una y otra vez durante su mandato, culminó en un asalto al Congreso, al Palacio Presidencial y a la Corte Suprema. Este evento fue la culminación de un proceso gradual de debilitamiento institucional, orquestado por el propio expresidente mediante la difusión de mentiras sobre las elecciones y la creación de un clima de polarización.
Más allá del asalto, las prácticas de Bolsonaro durante su gobierno revelan una estrategia para controlar todas las ramas de la institucionalidad. Desde las constantes agresiones contra la prensa hasta las múltiples amenazas contra la independencia judicial, el comportamiento del expresidente sigue un patrón que ya se ha observado en otros regímenes autoritarios: la erosión sistemática de las garantías democráticas para concentrar poder.
El Lobo con Piel de Cordero: La Estrategia de Bolsonaro
A pesar de las innumerables evidencias de sus acciones antidemocráticas, Bolsonaro ha intentado mostrarse como un demócrata arrepentido o incluso como víctima. Es como un lobo con piel de cordero: utiliza el lenguaje del respeto a la institucionalidad para justificar y esconder su proyecto antidemocrático. Esta táctica engañosa permite a sus simpatizantes justificar sus actitudes antidemocráticas.
Su discurso actual no es más que una maniobra para mantener su poder político, ganando tiempo y reclutando nuevos simpatizantes. Su objetivo real es seguir manipulando el sentimiento popular para subvertir la democracia desde adentro. Esto es lo que diferencia a la derecha tradicional de la extrema derecha: su negación de los mecanismos democráticos.
La importancia de la movilización
Las acciones de Jair Bolsonaro representan una amenaza seria para la democracia brasileña. Su estrategia de manipulación, polarización y erosión institucional no deben ser subestimadas. Es importante que la sociedad brasileña se mantenga vigilante ante los peligros de la extrema derecha y denuncie cualquier intento de debilitar las instituciones democráticas. La lucha por la democracia no es una cuestión pasiva, es una lucha constante que exige movilización, análisis crítico y participación activa de todos los ciudadanos.
No podemos permitir que la estrategia engañosa de Bolsonaro continúe teniendo éxito. Debemos denunciar con claridad y vehemencia el discurso de odio y las acciones violentas de la extrema derecha brasileña. El futuro de la democracia en Brasil depende de nuestra capacidad para identificar y contrarrestar estos peligros. No caigamos en la trampa del discurso falso; la defensa de la democracia requiere una participación activa y constante.