En 1982, Blade Runner se estrenó en Argentina, una película que, aunque en su momento no fue un éxito rotundo, con el tiempo se transformaría en un clásico indiscutible. La película, dirigida por Ridley Scott, es una adaptación de la novela de Philip K. Dick, “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”, y nos presenta un 2019 distópico, un mundo contaminado, hostil y sobrepoblado donde la humanidad ha colonizado nuevos mundos, dejando la Tierra en un estado de degradación.
El Test Voight-Kampff: Una Prueba de Empatía
En la película, los replicantes, androides idénticos a los humanos, son detectados por medio del test Voight-Kampff, una prueba que mide las respuestas fisiológicas ante ciertas preguntas, revelando la falta de empatía como rasgo distintivo de los replicantes. Esta película nos propone una reflexión sobre la naturaleza humana, la empatía, y la capacidad de sentir.
Pero la analogía va más allá de la ciencia ficción. El test Voight-Kampff, en su versión cinematográfica, se asemeja a la capacidad crítica que debemos aplicar a la escena política actual para identificar la falsedad y la manipulación ideológica.
Blade Runner y la Política Argentina
Hoy, en la Argentina, nos enfrentamos a un escenario donde ciertas prácticas políticas se esconden detrás de un discurso liberal, pero sus acciones dicen lo contrario. Estas prácticas autoritarias disfrazan sus intenciones con un lenguaje de “libertad” e “individualismo”, mientras implementan políticas que limitan las libertades individuales y debilitan las instituciones democráticas.
La metáfora de los replicantes resulta perturbadoramente pertinente. Al igual que aquellos androides que imitan la humanidad pero carecen de la compasión y la emoción genuinas, ciertos actores políticos se presentan como liberales, pero sus acciones revelan una profunda falta de empatía hacia la población y un desprecio por los derechos básicos.
El Test Voight-Kampff Argentino
Aquí, en Argentina, nuestro propio Test Voight-Kampff debe centrarse en la inconsistencia entre el discurso y las acciones de quienes se presentan como liberales. A continuación, planteamos tres preguntas cruciales que deben ser el filtro de nuestra evaluación:
1. ¿Está de acuerdo con un fallo judicial que revive una causa ya cerrada, que carece de pruebas, que no obtuvo testimonios en contra del acusado, y que condena por un delito que, según la Constitución, no se pudo haber cometido? 2. ¿Considera aceptable que el gobierno, de manera arbitraria, elimine derechos adquiridos a opositores políticos basándose en criterios fuera de la ley y la Constitución? 3. ¿Le parece correcto restringir un derecho individual fundamental como la presunción de inocencia, permitiendo al Estado decidir quién puede ser candidato a una elección?
Una respuesta afirmativa a alguna de estas preguntas expone una marcada aversión a las libertades fundamentales, mostrando una ausencia de empatía hacia aquellos con diferentes ideas. Esta falta de empatía política es un fenómeno arraigado en la historia argentina, un antipopulismo que siempre se ha resistido al empoderamiento de las mayorías, recurriendo a la fuerza o la manipulación legal.
La Sombra de los Replicantes
El frenesí actual no es algo nuevo, es una continuación del antipopulismo histórico. Su cinismo es tal que se transparenta con solo observar sus acciones. El paralelo con Blade Runner es claro: se nos presentan como los defensores de la libertad, pero sus acciones revelan la verdad: son replicantes que imitan el discurso liberal, sin poseer sus principios éticos fundamentales.
En la Argentina de hoy, el Test Voight-Kampff, aunque sin tecnología futurista, resulta esencial. Observemos las acciones, más allá de las palabras, y dejemos que la inconsistencia entre el discurso y la realidad nos permita identificar a los auténticos liberales de los replicantes políticos.