La inesperada muerte de Daniel “La Tota” Santillán, ocurrida el 23 de septiembre de 2024, a la edad de 52 años, dejó un legado musical y un complejo panorama legal en torno a su herencia. La causa de su fallecimiento, un síndrome asfíctico según la autopsia, no ha cerrado el capítulo de interrogantes, y ahora una batalla legal por un millonario departamento se suma al misterio.
Un departamento en el centro de la disputa
El foco de la contienda legal se centra en un departamento en la Capital Federal, valuado en aproximadamente 500.000 dólares. Esta propiedad, en un principio compartida por Santillán y su expareja, Sol Fiasche, debía ser vendida tras su separación. Sin embargo, diversos problemas de salud de “La Tota” y las circunstancias posteriores impidieron la concreción de la transacción. Ahora, a raíz de su fallecimiento, el inmueble se convierte en el centro de una disputa familiar.
Sol Fiasche, madre de dos de los hijos menores del artista, ha iniciado los trámites sucesorios en representación de sus hijas. No obstante, la presencia de otros dos hijos mayores del cantante añade una nueva dimensión a la situación. Estos hermanos reclaman también su parte en la herencia, intensificando el conflicto.
Los argumentos de Sol Fiasche
La principal razón esgrimida por Sol Fiasche es la necesidad de asegurar la vivienda y manutención de sus hijas menores. El departamento en disputa no solo representa un importante activo financiero, sino que también es el hogar actual de las menores, lo que hace aún más complicada la situación. Además, argumenta sobre un convenio donde queda constancia de un aporte de 70.000 dólares hecho por el padre de Sol al valor inicial de la propiedad.
El hecho de que el departamento esté actualmente ocupado por Fiasche y sus hijas complica aún más la resolución. Los herederos mayores, por su parte, también reclaman sus derechos sobre la propiedad, lo que hace presumir de un escenario de largos debates legales y posibles negociaciones.
La postura de los otros herederos
Desde el lado de los dos hijos mayores del fallecido, la posición es clara: consideran que el departamento debe ser vendido y que el dinero debe ser repartido entre todos los herederos según la ley. Argumentan que la venta y distribución son necesarias para un reparto equitativo del patrimonio y la ausencia de otros bienes que puedan satisfacer esa finalidad.
Mientras que Sol Fiasche argumenta sobre la necesidad de mantener la vivienda para sus hijas menores, los hermanos mayores insisten en que el procedimiento legal debería ajustarse a la ley de sucesiones, sin considerar como preponderante las situaciones particulares de cada familia o parte.
Complejidad del caso y posibles escenarios
La situación se complica aún más por un convenio firmado entre Santillán y Fiasche antes de su separación, en el que se reconoce un aporte de 70.000 dólares de su ex suegro para la adquisición del departamento. Este dato ha sido incluido en la demanda de Fiasche y plantea un nuevo problema legal, puesto que estos fondos serían extraños a la herencia propiamente dicha.
Este hecho introduce un nuevo nivel de complejidad, generando dudas entre los herederos mayores, quienes desconocen este aporte y cuestionan su validez dentro del proceso sucesorio. Será responsabilidad de la justicia determinar la validez de este punto.
La batalla legal por la herencia de “La Tota” Santillán, y en particular por este valioso departamento, se presenta como un caso complejo y prolongado. El destino de la propiedad dependerá en gran medida de la interpretación judicial de los argumentos expuestos por ambas partes, lo que podría culminar en una venta obligatoria y posterior distribución o, eventualmente, una resolución que considere la posición de Fiasche con respecto a la manutención de las menores.
El caso ha captado la atención de la prensa y el público, quienes siguen de cerca la evolución de este conflicto familiar. La falta de otros bienes relevantes en la herencia hace que este departamento sea el centro de atención de la lucha por la repartición del legado del cantante.
Este caso ilustra la complejidad de las sucesiones, sobre todo cuando se involucra una familia numerosa, diversas relaciones afectivas y una situación financiera precaria, donde los bienes quedan restringidos a una sola propiedad. El procedimiento legal se perfila como un proceso largo que podría marcar un precedente en la jurisprudencia.