Cinco años han transcurrido desde que el mundo escuchó por primera vez hablar de un nuevo virus respiratorio detectado en Wuhan, China. Lo que inicialmente parecía un brote localizado rápidamente se transformó en una pandemia que paralizó al planeta, dejando a su paso millones de muertes y una profunda huella en la sociedad global. La Organización Mundial de la Salud (OMS), en su más reciente informe, presenta un balance con cifras que invitan a la reflexión sobre el impacto del COVID-19 y la necesidad de mantener una vigilancia epidemiológica constante.
Un lustro de pérdidas y lecciones: el impacto global del COVID-19
El informe de la OMS, publicado a finales de 2024, revela la magnitud de la tragedia: más de 776 millones de casos confirmados y más de 7 millones de muertes en 234 países. Los años 2020, 2021 y 2022 fueron los más críticos, coincidiendo con la fase inicial de la pandemia, cuando la población mundial carecía de inmunidad y las vacunas aún no estaban disponibles.
Si bien estas cifras son alarmantes, el informe también destaca el papel fundamental de la vacunación y las medidas de prevención en la reducción de la gravedad y la letalidad del virus. La inmunidad adquirida, tanto por la vacunación como por infecciones previas, permitió a los sistemas de salud responder con mayor eficacia, disminuyendo el número de muertes y hospitalizaciones.
En el periodo comprendido entre el 14 de octubre y el 10 de noviembre de 2024, se registraron 200.000 nuevos casos y 27 muertes a nivel mundial, lo que representa una disminución significativa en comparación con los periodos anteriores. Sin embargo, la OMS advierte que la reducción en las pruebas de diagnóstico en muchos países dificulta la obtención de datos precisos sobre la situación actual.
La vacunación: un escudo protector con acceso desigual
La vacunación contra el COVID-19 se ha consolidado como la herramienta más efectiva para controlar la pandemia. Hasta finales de 2023, el 67% de la población mundial había completado la serie primaria de vacunación, y un 32% había recibido al menos una dosis de refuerzo. Sin embargo, persisten las desigualdades en el acceso a las vacunas, con solo un 5% de la población en países de bajos ingresos habiendo recibido dosis de refuerzo.
Esta disparidad en la cobertura de vacunación representa un desafío para la erradicación del virus y subraya la necesidad de fortalecer los sistemas de salud en los países más vulnerables. La OMS ha adaptado su estrategia de vacunación para 2024, enfocándose en la cobertura anual de las vacunas como un indicador clave para el control de la pandemia.
El desafío del COVID prolongado y la necesidad de atención a largo plazo
El informe de la OMS también aborda el problema del COVID prolongado, una condición que afecta a un porcentaje significativo de las personas que han contraído el virus. Se estima que el 6% de los infectados sintomáticos experimenta síntomas persistentes, incluso después de la recuperación inicial. La fatiga, la dificultad para respirar y los problemas cognitivos son algunos de los síntomas más comunes del COVID prolongado, que puede afectar la calidad de vida de las personas durante meses o incluso años.
La OMS destaca que la vacunación reduce significativamente el riesgo de desarrollar COVID prolongado, lo que refuerza la importancia de la inmunización como medida de protección individual y colectiva. La atención a largo plazo para las personas que sufren de esta condición se ha convertido en un nuevo desafío para los sistemas de salud, que deben adaptarse para brindar el apoyo y el tratamiento necesarios.
El COVID-19 hoy: una enfermedad menos letal, pero aún presente
A cinco años del inicio de la pandemia, el COVID-19 se presenta como una enfermedad menos letal, gracias a la inmunidad adquirida y a la disponibilidad de tratamientos. Se estima que solo el 3% de los casos actuales requieren hospitalización, en comparación con el 15% en los primeros meses de la pandemia.
Sin embargo, el virus continúa circulando y las personas con mayor riesgo de desarrollar enfermedad grave, como los mayores de 60 años y las personas no vacunadas, deben extremar las precauciones. La OMS ha emitido recomendaciones sobre tratamientos farmacológicos para mejorar los resultados en pacientes con COVID-19 y reducir las hospitalizaciones.
La identificación temprana de los casos graves es crucial para evitar complicaciones que pueden afectar órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones. En casos raros, los niños pueden desarrollar un síndrome inflamatorio grave semanas después de la infección, lo que requiere una vigilancia médica constante.
La vigilancia continua: la clave para prevenir futuras pandemias
El informe de la OMS concluye con un llamado a la acción: la vigilancia epidemiológica continua y el fortalecimiento de los sistemas de salud son esenciales para prevenir futuras pandemias. La experiencia con el COVID-19 ha demostrado la importancia de la detección temprana de brotes, la respuesta rápida y coordinada, y la inversión en investigación y desarrollo de vacunas y tratamientos.
La pandemia ha dejado lecciones valiosas sobre la fragilidad de los sistemas de salud y la necesidad de una mayor cooperación internacional para enfrentar las amenazas sanitarias globales. El compromiso con la vigilancia continua y la preparación para futuras emergencias son la mejor garantía para proteger la salud de la población mundial.