¿Cuántas vidas más se perderán por la desidia en Avellaneda? El hedor de la muerte, ignorado durante días, guio a los vecinos hasta el horror: el cuerpo atado y en descomposición de Miguel Oscar Di Gioia, de 62 años, en su casa de la avenida Centenario Uruguayo al 1300. Una negligencia policial imperdonable que clama justicia en un barrio sitiado por la inseguridad.
Miguel yacía atado de pies y manos con una corbata, su cuerpo desnudo y ultrajado, rodeado de un desorden que, según la empleada doméstica, era “natural en él”. ¿Acaso la forma de vivir de alguien justifica que lo dejen morir atado y solo? ¿Es esa la vara con la que se mide la justicia en Avellaneda? La escena era dantesca, un insulto a la dignidad humana.
Vecinos desesperados, oídos sordos
¿Cuántas llamadas desesperadas al 911 fueron necesarias para que la Policía Bonaerense reaccionara? Demasiadas. Demasiados días de un cuerpo pudriéndose en silencio, mientras las súplicas de auxilio se perdían en el vacío. Una bofetada a la confianza ciudadana, un tiempo precioso dilapidado que permitió la fuga de los culpables y la consolidación de la impunidad.
Los vecinos describen un hedor insoportable que emanaba de la casa de Miguel días antes del hallazgo. ‘Llamamos varias veces a la policía, pero nadie vino a revisar’, declaró una vecina, visiblemente afectada.
La inacción policial: ¿complicidad o negligencia?
La demora en el accionar policial plantea interrogantes inquietantes. ¿Fue simple negligencia, falta de recursos o algo más oscuro? La comunidad de Villa Corina exige respuestas claras y contundentes. La inacción de las autoridades alimenta la impunidad y socava la confianza en las instituciones.
La sombra de las ‘viudas negras’: una hipótesis en investigación
En este contexto sombrío, la UFI N°4 del departamento judicial Avellaneda – Lanús, a cargo de Mariano Francisco Zitto, explora una hipótesis escalofriante: un posible ataque de “viudas negras”. Mujeres que seducen y despojan a sus víctimas, llegando incluso al asesinato. Si bien esta línea de investigación se mantiene abierta, es crucial no descartar ninguna posibilidad.
Es fundamental destacar que la hipótesis de las ‘viudas negras’ se presenta como una línea de investigación y no como un hecho comprobado. La UFI N°4 debe agotar todas las instancias para esclarecer el crimen y llevar a los culpables ante la justicia.
Un invernadero de marihuana: ¿cortina de humo o pista clave?
La investigación reveló que Miguel utilizaba un quincho en su vivienda como invernadero de marihuana. ¿Un intento de desviar la atención? ¿Una cortina de humo para justificar la inacción policial? Independientemente de las actividades ilícitas de Miguel, nada justifica su brutal asesinato. La justicia debe investigar a fondo, sin prejuicios.
La verdad es que, independientemente de las actividades ilícitas de Miguel, nada justifica su brutal asesinato. Nadie merece morir atado y solo, abandonado a su suerte por una sociedad que le dio la espalda. La justicia debe investigar a fondo, sin prejuicios ni concesiones, hasta llegar a la verdad y castigar a los responsables con todo el peso de la ley.
Avellaneda: ¿víctima de la inseguridad y la impunidad?
La muerte de Miguel no es un caso aislado, sino un síntoma de la inseguridad que asola Avellaneda. La falta de recursos, la desidia policial y la inacción estatal crean un caldo de cultivo para la delincuencia. Los vecinos viven con miedo, hartos de promesas incumplidas y falsas soluciones.
Es hora de que la sociedad se levante y diga basta. Basta de crímenes impunes, basta de negligencia policial, basta de abandono estatal. Es hora de exigir justicia para Miguel y para todas las víctimas de la inseguridad, de reclamar medidas concretas para proteger a los ciudadanos y de construir un futuro donde la vida humana sea sagrada y respetada.
Un llamado a la acción: por un Avellaneda más seguro
La muerte de Miguel Oscar Di Gioia no puede quedar en el olvido. Su historia debe ser un grito de guerra contra la impunidad, una llama que ilumine el camino hacia un futuro más seguro y justo para todos. Que su memoria sea un faro que guíe a la justicia y que su nombre quede grabado en la conciencia de una sociedad que se niega a seguir siendo rehén del miedo y la violencia.
Vecinos, organizaciones sociales, autoridades: es hora de unir fuerzas para exigir justicia, implementar políticas de seguridad efectivas y construir un Avellaneda donde la vida y la dignidad sean valores innegociables. No permitamos que la muerte de Miguel sea en vano.