Piura se estremece ante un nuevo crimen atroz. Una joven de apenas 19 años, estudiante de medicina en la prestigiosa Universidad César Vallejo, ha sido encontrada sin vida en su propia habitación. Nohemy Vinces, una promesa de la medicina peruana, se ha convertido en la víctima más reciente de la violencia machista que sigue azotando nuestro país. El principal sospechoso: su pareja. Una historia de horror que sacude conciencias y que nos obliga a preguntarnos: ¿hasta cuándo seguiremos tolerando esta barbarie?
Un crimen que enciende la indignación
El descubrimiento del cuerpo de Nohemy fue hecho por un familiar que la visitó desde Tumbes, su ciudad natal. La escena del crimen: una habitación en la urbanización Los Jazmines, donde la joven compartía departamento con su pareja, el principal sospechoso de su asesinato. El cuerpo fue rápidamente trasladado a la morgue de Piura, donde se espera que la autopsia arroje luz sobre las circunstancias de su muerte, aunque los primeros indicios apuntan a una muerte violenta.
La indignación es generalizada. La familia exige justicia inmediata y una investigación exhaustiva que esclarezca los hechos. ¿Qué ocurrió en esa habitación? ¿Era violencia sistemática? ¿Nohemy se había atrevido a denunciar algo a tiempo?
Las preguntas se acumulan, la angustia de sus familiares y amigos no conoce límites. Mientras tanto, las autoridades investigan, se espera a que el velo del misterio se levante pero las heridas de esta tragedia siguen abiertas. La comunidad universitaria también se manifiesta clamando por justicia para Nohemy y exigen que las investigaciones se lleven a cabo rápidamente y con total transparencia.
El protocolo policial y la lenta marcha de la justicia
Según el protocolo establecido por la Policía Nacional del Perú en estos casos, ya se han activado las siguientes medidas: Recepción de la denuncia, inspección minuciosa del lugar, autopsia y exámenes forenses, entrevistas con familiares, amigos y testigos, análisis de las pruebas, informes detallados, y colaboración con el Ministerio Público. Pero la historia de Solsiret Rodríguez y muchos otros casos similares nos recuerda que el protocolo no siempre se sigue al pie de la letra y a veces el peso de la justicia peruana puede ser demasiado lento para quien se encuentra en situación vulnerable.
El lento movimiento de los engranajes de la justicia es un grito silencioso que se hace escuchar cada vez que un nuevo feminicidio ocurre en el país. ¿Es suficiente este protocolo establecido? ¿Se aplican las medidas necesarias para evitar futuros sucesos y llegar al fondo de los crímenes?
No solo se espera que la policía de Piura cumpla con este protocolo, sino que además es imprescindible que todas las personas involucradas en el caso actúen con responsabilidad y rapidez. No debemos olvidar el dolor de la familia y los amigos de Nohemy. Ellos merecen respuestas, no excusas. Merecen justicia, y justicia inmediata.
El rostro del feminicidio en el Perú: una problemática arraigada
Pero el caso de Nohemy es más que una tragedia individual; es un trágico reflejo de la realidad del machismo enquistado en la sociedad peruana. Un estudio de Salud con Lupa revela datos escalofriantes: más de cuarenta hombres condenados por feminicidio entre 2018 y 2022, la mayoría con estudios universitarios y sin antecedentes penales. ¿Quiénes son estos hombres? Vecinos, padres de familia, estudiantes, colegas de trabajo, aparentemente personas comunes que ocultan tras su apariencia cotidiana, la peor violencia que una mujer pueda sufrir.
La justificación de estos hombres para sus actos es aún más perturbador: percepciones de infidelidad, rechazo a la reconciliación, disputas económicas, comportamientos que consideran provocativos. Detrás de estas justificaciones se esconde una ideología machista, una concepción de la mujer como propiedad que debe acatar las órdenes del hombre. Es importante resaltar que según las cifras, la educación no parece ser una barrera infranqueable contra estos crímenes.
El caso de Nohemy debe ser un llamado de atención para todos. Debemos exigir leyes más severas, pero sobre todo, una transformación cultural profunda. El machismo es una lacra que no podemos seguir tolerando. Es necesaria una mayor prevención para evitar que otras mujeres tengan que pagar con sus vidas por las acciones de individuos crueles y despiadados. Necesitamos educar en igualdad y romper con la cultura de la violencia.
Si ves o sabes algo, denuncia. No permitas que otras mujeres vivan este terror. Recuerda las líneas de atención: Línea 100, Chat 100, y Hogar de Refugio Temporal (HRT). Si deseas más información puedes llamar a la central telefónica (01) 4197260. Es momento de despertar. El machismo se puede combatir, y el cambio empieza con nosotros.