El arsénico, un elemento químico con una historia tan oscura como fascinante, se presenta hoy como una amenaza silenciosa para millones de argentinos. Presente en la corteza terrestre y liberado a través de procesos geológicos, el arsénico contamina las aguas subterráneas, exponiendo a poblaciones enteras a riesgos para la salud. Pero la ciencia argentina no se queda de brazos cruzados: investigadores e instituciones están desarrollando soluciones tecnológicas para combatir esta problemática y asegurar el acceso a agua potable.
Un enemigo invisible en el agua
La Cordillera de los Andes, imponente y majestuosa, guarda en sus entrañas un legado geológico que hoy se convierte en un desafío para la salud pública. Las erupciones volcánicas que dieron forma a la cordillera liberaron grandes cantidades de cenizas ricas en arsénico. Con el tiempo, estas cenizas se infiltraron en el subsuelo, contaminando las aguas subterráneas que abastecen a muchas comunidades.
El arsénico, en su forma inorgánica, es altamente tóxico. Su ingesta prolongada, incluso en pequeñas dosis, puede causar hidroarsenicismo crónico regional endémico (HACRE), una enfermedad que afecta la piel, el sistema cardiovascular, el hígado, los riñones y otros órganos vitales. Los primeros síntomas suelen ser lesiones cutáneas, pero con el tiempo, la exposición al arsénico puede derivar en enfermedades graves e incluso cáncer.
En Argentina, se estima que 4 millones de personas están en riesgo de consumir agua contaminada con arsénico. Nueve provincias se identifican como las más afectadas: Salta, Jujuy, Tucumán, Chaco, Santiago del Estero, Córdoba, Santa Fe, La Pampa y el interior de la provincia de Buenos Aires. En estas regiones, el acceso a agua potable se convierte en una necesidad urgente para proteger la salud de la población.
Mapeando la contaminación: una herramienta para la prevención
El Laboratorio de Ingeniería Química Medioambiente del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) ha desarrollado una herramienta fundamental en la lucha contra la contaminación por arsénico: el Mapa Colaborativo de Arsénico. Este mapa interactivo, disponible en línea, permite visualizar las zonas afectadas y el nivel de contaminación en cada área.
El mapa se construye con la participación ciudadana: las personas pueden enviar muestras de agua para su análisis, siguiendo un protocolo sencillo. Los resultados, que se obtienen mediante técnicas de espectroscopía de absorción atómica, se incorporan al mapa con un código de colores: verde para niveles seguros (menos de 10 μg/L), amarillo para niveles intermedios (10-50 μg/L) y rojo para niveles peligrosos (más de 50 μg/L).
Esta herramienta no solo informa a la población sobre la calidad del agua en su zona, sino que también sirve como base para la toma de decisiones por parte de las autoridades. Permite identificar las áreas prioritarias para la implementación de soluciones y facilita el monitoreo de la situación a lo largo del tiempo. La información es poder, y en este caso, el mapa se convierte en una herramienta clave para la prevención y la acción.
Ciencia argentina al rescate: soluciones tecnológicas para purificar el agua
Ante la problemática del arsénico en el agua, la ciencia argentina ha respondido con ingenio y determinación. Se están desarrollando diversas soluciones tecnológicas adaptadas a las diferentes realidades del país. Para los grandes centros urbanos, donde existe una red de distribución de agua centralizada, la solución es relativamente simple: se pueden instalar módulos de captura de arsénico en las plantas de tratamiento.
El desafío es mayor en las zonas rurales y comunidades aisladas, donde no existe una infraestructura centralizada. Para estos casos, se están desarrollando dispositivos de tratamiento de agua a nivel doméstico, fáciles de usar y mantener. Estos dispositivos, basados en tecnologías como la adsorción, la oxidación y la filtración, permiten eliminar el arsénico del agua de manera eficiente y segura. Universidades, centros de investigación y empresas argentinas están trabajando en la creación de soluciones innovadoras y accesibles.
Un ejemplo de estas innovaciones son los filtros de carbón activado impregnados con hierro, que atrapan el arsénico y lo retienen en el filtro. También se están desarrollando sistemas de oxidación que transforman el arsénico en una forma menos tóxica, facilitando su eliminación. La clave está en encontrar soluciones que sean no solo efectivas, sino también sostenibles y adaptadas a las necesidades y recursos de cada comunidad.
El futuro del agua: investigación y concientización
La lucha contra la contaminación por arsénico es una tarea a largo plazo que requiere un compromiso continuo con la investigación y la innovación. Es fundamental invertir en el desarrollo de nuevas tecnologías, más eficientes y accesibles, que permitan asegurar el acceso a agua potable para todos los argentinos.
Pero la tecnología por sí sola no es suficiente. Es crucial concientizar a la población sobre los riesgos del arsénico, promover la participación ciudadana en el monitoreo de la calidad del agua y fomentar la adopción de prácticas responsables en el uso del agua. La educación y la prevención son pilares fundamentales para asegurar un futuro con agua limpia y saludable para las generaciones venideras.