La inclusión educativa de niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA) en Argentina enfrenta una realidad compleja, donde la falta de recursos, la discriminación y la desinformación se convierten en obstáculos para el pleno desarrollo de estos niños. El caso del arquero de Independiente, Rodrigo Rey, y su hijo Benicio, de 8 años, diagnosticado con TEA, visibiliza la lucha de muchas familias que buscan garantizar el derecho a la educación de sus hijos en un entorno inclusivo y respetuoso.
Un fallo que deja en vilo el futuro de Benicio
El Colegio José Manuel Estrada de City Bell, institución a la que asistían Benicio y su hermana Renata, de 16 años, decidió no renovarles la matrícula para el ciclo lectivo 2025. Esta decisión, que la familia Rey considera una represalia por haber denunciado públicamente la falta de inclusión del colegio hacia Benicio, ha generado una batalla legal que aún no tiene un desenlace favorable. La Justicia rechazó el recurso de amparo presentado por la familia, dejando a Benicio y Renata sin la posibilidad de continuar su educación en el entorno donde habían formado vínculos afectivos y académicos.
La negativa del colegio no solo vulnera el derecho a la educación de los niños, sino que también afecta profundamente su bienestar emocional y social. Para Benicio, la continuidad pedagógica en el mismo colegio, con sus compañeros y docentes, es fundamental para su desarrollo. El cambio de escuela implica una alteración significativa en su rutina, la pérdida de sus amigos y la necesidad de adaptarse a un nuevo entorno, lo que puede generar un retroceso en sus avances.
La lucha de una familia por la inclusión
Rodrigo Rey y su esposa, María Laura, han emprendido una lucha incansable para garantizar la inclusión de su hijo en el sistema educativo. Ofrecieron costear las reformas necesarias para adaptar el colegio a las necesidades de Benicio, pero sus propuestas fueron ignoradas. La gota que rebalsó el vaso fue una foto enviada por la terapeuta acompañante de Benicio, donde se lo veía acostado en una colchoneta improvisada en el piso, en pleno invierno, debido a la falta de un espacio adecuado para su descanso y autorregulación.
Ante la negativa del colegio, la familia Rey recurrió a la Justicia, pero hasta el momento no han obtenido una respuesta favorable. La incertidumbre sobre el futuro escolar de sus hijos genera angustia e impotencia en la familia, quienes se aferran a la esperanza de que la justicia actúe con celeridad y garantice el derecho a la educación de Benicio y Renata.
Más allá del caso Rey: una problemática sistémica
El caso de Benicio Rey no es un hecho aislado. Miles de familias en Argentina enfrentan la misma problemática: la falta de inclusión de niños con TEA en las escuelas. La Asociación Civil TEActiva, que acompaña a la familia Rey en su reclamo, señala que este caso puede sentar un precedente para visibilizar la situación y exigir que se garantice el derecho a la educación de todos los niños con neurodiversidad.
En Argentina, se estima que 1 de cada 8 niños tiene alguna neurodivergencia. Sin embargo, las estadísticas oficiales sobre autismo son escasas, lo que dificulta la implementación de políticas públicas que aborden la problemática de manera integral. La falta de información, la discriminación y la resistencia de algunas instituciones educativas a realizar las adaptaciones necesarias perpetúan la exclusión de niños con TEA del sistema educativo.
¿Qué dice la ley?
La Ley de Educación Nacional N° 26.206 establece que todos los niños tienen derecho a una educación integral, de calidad y con igualdad de oportunidades. El artículo 11 de esta ley garantiza la inclusión educativa de personas con discapacidad, promoviendo la eliminación de barreras arquitectónicas y pedagógicas que limiten su acceso y participación en el sistema educativo. Asimismo, la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, ratificada por Argentina en 2008, consagra el derecho a la educación inclusiva en todos los niveles del sistema.
A pesar del marco legal vigente, la realidad muestra que la inclusión educativa de niños con TEA aún es un desafío pendiente. La falta de capacitación docente, la escasez de recursos y la resistencia de algunas instituciones educativas a adaptar sus prácticas pedagógicas dificultan la plena implementación de la ley.
El llamado a la reflexión
El caso de Benicio Rey nos interpela como sociedad a reflexionar sobre la importancia de la inclusión educativa y la responsabilidad que tenemos todos en garantizar el derecho a la educación de niños con TEA. La empatía, la información y el compromiso de las instituciones educativas, las familias y el Estado son fundamentales para construir una sociedad más justa e inclusiva, donde todos los niños tengan la oportunidad de desarrollar su máximo potencial.
La lucha de Rodrigo Rey y su familia nos invita a preguntarnos: ¿Estamos haciendo lo suficiente para garantizar la inclusión de niños con TEA en nuestras escuelas? ¿Qué medidas debemos tomar para eliminar las barreras que aún persisten? ¿Cómo podemos construir una sociedad donde la diversidad sea valorada y respetada?
El debate está abierto, y la respuesta debe ser un compromiso colectivo para asegurar que todos los niños, sin importar sus diferencias, tengan la oportunidad de aprender y crecer en un entorno educativo que los contenga y los valore.