El año 2025 se presenta como un año crucial para la economía argentina y el modelo implementado por el gobierno de Javier Milei. La devaluación del Real brasileño, la persistente presión del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la incertidumbre política interna conforman un escenario complejo y desafiante. La pregunta central es si las políticas de Milei, basadas en la liberalización económica y el ajuste fiscal, podrán resistir estas presiones y sentar las bases para un crecimiento sostenible a largo plazo.
La devaluación del Real: un desafío para la competitividad argentina
La depreciación del Real brasileño en un 25% durante 2024 ha generado una alarma considerable en Argentina. Brasil es el principal socio comercial del país, y la devaluación de su moneda impacta directamente en la competitividad de las exportaciones argentinas. Los productos argentinos se encarecen en el mercado brasileño, mientras que los productos brasileños se vuelven más baratos en Argentina, generando una presión adicional sobre la balanza comercial.
Este escenario recuerda la crisis de 1999, cuando la devaluación del Real bajo el gobierno de Fernando Henrique Cardoso tuvo un efecto dominó en la economía argentina, que en ese entonces mantenía la convertibilidad. Si bien el contexto actual es diferente, la situación genera preocupación entre los analistas económicos, que advierten sobre el riesgo de una pérdida significativa de competitividad para las empresas argentinas.
Según el economista Alberto Cavallo, Argentina es actualmente un 19% más cara que Brasil en dólares para una canasta de alimentos, combustibles y electrónicos. Históricamente, las diferencias de precios entre ambos países tienden a corregirse en pocos meses, lo que plantea la posibilidad de una devaluación del peso argentino en el corto plazo.
Argentina es hoy un 19% más cara que Brasil en dólares… las desviaciones suelen corregirse en pocos meses” – Alberto Cavallo
El dilema de Milei: ¿devaluar o no devaluar?
El gobierno de Milei se encuentra ante una disyuntiva crucial. Por un lado, la devaluación del Real y la presión del FMI para la unificación del tipo de cambio impulsan a una devaluación del peso. Por otro lado, Milei ha logrado una importante reducción de la inflación durante su primer año de gobierno, y una devaluación podría poner en riesgo esta conquista, reactivando la espiral inflacionaria.
Milei argumenta que no existe atraso cambiario y que la apreciación del peso es una consecuencia de la restauración de la confianza en la economía argentina. Sin embargo, la realidad del mercado cambiario, con una brecha persistente entre el dólar oficial y los dólares paralelos, y la creciente demanda de divisas, sugieren que la situación es más compleja.
La decisión de devaluar o no devaluar tendrá consecuencias significativas para la economía argentina en 2025. Una devaluación abrupta podría generar un shock inflacionario y afectar el poder adquisitivo de los salarios. Por el contrario, mantener el tipo de cambio artificialmente apreciado podría agotar las reservas del Banco Central y profundizar la crisis económica.
El FMI y la incertidumbre política
La presión del FMI para que Argentina unifique el tipo de cambio y elimine el cepo cambiario se suma a la complejidad del escenario. El gobierno necesita un acuerdo con el organismo para obtener financiamiento y evitar un default de la deuda. Sin embargo, las condiciones que podría exigir el FMI, como una devaluación y un mayor ajuste fiscal, podrían generar tensiones sociales y políticas.
Además, las elecciones legislativas de 2025 añaden un factor de incertidumbre política. El resultado de las elecciones podría influir en la capacidad del gobierno para implementar sus reformas económicas y negociar con el FMI. Una derrota electoral debilitaría la posición de Milei y podría generar una mayor volatilidad en los mercados.
En este contexto, el gobierno deberá tomar decisiones difíciles y estratégicas para sortear los desafíos que se avecinan. La necesidad de equilibrar las demandas del FMI con las necesidades de la economía real, y la búsqueda de consensos políticos para avanzar en las reformas estructurales, serán claves para determinar el rumbo de la Argentina en 2025.