¿Alguna vez te has sentido como un náufrago en la isla de tu propia cama, luchando contra las olas del insomnio mientras el resto del mundo duerme? ¿Y qué me dices de esos momentos en los que la pasión se desvanece, dejando un eco silencioso en la alcoba? Una reciente encuesta del Observatorio de Psicología Social Aplicada de la UBA nos invita a explorar estas preguntas, revelando una realidad que muchos argentinos conocen de cerca: la lucha por el bienestar en tiempos de crisis.
Noches en vela: cuando el sueño se escapa
Imagina la escena: el día ha terminado, las obligaciones se desvanecen y el cuerpo anhela descanso. Pero, en lugar de sumergirte en un sueño reparador, te encuentras dando vueltas en la cama, los pensamientos corriendo a mil por hora. No estás solo. Según la encuesta de la UBA, el 60,46% de los argentinos lucha contra el insomnio, una cifra que ha escalado drásticamente desde el inicio de la pandemia. En marzo de 2020, el 41,13% sufría de problemas para dormir; hoy, la cifra supera el 60%. ¿Qué ha cambiado? ¿Qué nos roba el sueño?
Las preocupaciones económicas, las tensiones familiares, el estrés laboral… todo conspira para que la noche se transforme en un campo de batalla donde los fantasmas de la ansiedad nos impiden encontrar la serenidad. El sueño, ese oasis reparador, se ha convertido en un lujo para muchos. Y es que, como bien sabemos, el descanso no es solo una necesidad física, sino también un pilar fundamental para nuestra salud mental y emocional.
Testimonio
“Me acuesto agotada, pero mi mente no para. Pienso en las cuentas, en el trabajo, en los problemas de mis hijos… y cuando me doy cuenta, ya es de madrugada y tengo que levantarme otra vez”, comparte Ana, una vecina de Buenos Aires que ha luchado contra el insomnio durante años.
La llama que se extingue: la insatisfacción sexual enciende alarmas
¿Qué ocurre cuando el deseo se apaga? ¿Qué impacto tiene la falta de intimidad en nuestras vidas? La encuesta de la UBA también explora la satisfacción sexual de los argentinos, revelando que más del 25% se siente algo o muy insatisfecho con su vida sexual, mientras que un 44,69% elige una respuesta ambigua: ni satisfecho, ni insatisfecho. ¿Qué se esconde detrás de esta neutralidad?
Según Cristian Garay, coautor del estudio, esta respuesta podría indicar que el sexo no es una prioridad para muchas personas. Quizás las presiones de la vida moderna, el cansancio, la falta de tiempo o los problemas de pareja releguen la intimidad a un segundo plano. O quizás, simplemente, algunos hayan aprendido a vivir sin esa conexión, resignándose a una existencia donde el fuego de la pasión se ha extinguido.
Pero no podemos ignorar que el sexo es mucho más que un acto físico. Es una forma de conectar con nuestra pareja, de expresar nuestros sentimientos, de liberar tensiones y de sentirnos vivos. Cuando esta conexión se debilita, algo se quiebra en nuestro interior.
El impacto emocional
“Siento que mi pareja y yo nos hemos distanciado. Ya no hay deseo, ni conexión. Es como si viviéramos en habitaciones separadas”, confiesa Juan, un hombre de 45 años que ha experimentado una disminución en su vida sexual.
Crisis y bienestar: ¿una ecuación imposible?
¿Pero cuáles son los factores que contribuyen a esta radiografía del malestar? La encuesta de la UBA señala directamente a las crisis familiares y económicas, que aparecen en el tope de la escala, afectando al 45,09% y al 45% de los encuestados, respectivamente. No es difícil imaginar cómo las preocupaciones financieras pueden erosionar la paz mental y emocional, generando estrés, ansiedad y conflictos en el hogar. Y cómo, a su vez, las tensiones familiares pueden afectar nuestra autoestima, nuestra capacidad de disfrutar y nuestra salud en general.
En un país donde la incertidumbre económica es moneda corriente y las relaciones familiares pueden ser un campo minado, no sorprende que el sueño y la satisfacción sexual se vean comprometidos. Sin embargo, es importante recordar que no estamos solos en esta lucha. Muchos comparten nuestras preocupaciones y nuestros desafíos. Y juntos, podemos encontrar estrategias para superar las adversidades y recuperar el bienestar.
Un rayo de esperanza: la salud mental en recuperación
No todo son malas noticias. La encuesta de la UBA también revela un dato alentador: el riesgo de padecer un trastorno mental ha disminuido en el último tiempo, alcanzando un 8,7% de los argentinos. Si bien esta cifra aún es considerable, representa una mejora con respecto a los momentos más críticos de la pandemia, cuando llegó a superar el 12%. ¿Qué significa esto? ¿Estamos aprendiendo a lidiar con la adversidad? ¿Estamos encontrando nuevas formas de cuidarnos y de apoyarnos mutuamente?
Los expertos señalan que esta leve mejora podría estar relacionada con una mayor conciencia sobre la importancia de la salud mental y con un mayor acceso a tratamientos psicológicos. Sin embargo, también advierten que el insomnio y las alteraciones del sueño siguen siendo problemáticas importantes, que afectan uno de los pilares de la salud física y mental.
Reconectando con el bienestar: un camino hacia la plenitud
La radiografía del bienestar en Argentina que nos ofrece esta encuesta es un llamado a la acción. Es una invitación a reflexionar sobre nuestras prioridades, a cuestionar nuestros hábitos y a reconectar con aquello que nos hace sentir vivos. Es un recordatorio de que la felicidad no es un estado permanente, sino una construcción cotidiana que requiere esfuerzo, dedicación y, sobre todo, amor propio.
Aquí te damos algunas recomendaciones para comenzar a transitar ese camino:
- Prioriza el descanso: establece una rutina de sueño regular, crea un ambiente relajante en tu habitación y evita el uso de dispositivos electrónicos antes de acostarte.
- Cultiva la intimidad: dedica tiempo a conectar con tu pareja, habla sobre tus necesidades y deseos, y explora nuevas formas de intimidad.
- Busca apoyo profesional: si sientes que el insomnio o la insatisfacción sexual están afectando tu calidad de vida, no dudes en buscar ayuda de un terapeuta o un médico.
- Conecta con tus pasiones: dedica tiempo a hacer aquello que te apasiona, ya sea leer, bailar, pintar, o cualquier otra actividad que te haga sentir vivo.
- Practica la gratitud: tómate un momento cada día para reflexionar sobre las cosas por las que estás agradecido. Esto te ayudará a cambiar tu perspectiva y a enfocarte en lo positivo.
En un mundo donde el éxito se mide en términos de productividad y consumo, es fundamental que nos detengamos a escuchar nuestra voz interior, a conectar con nuestras necesidades y a cultivar nuestro bienestar emocional. Que nos brindemos el tiempo para descansar, para disfrutar de la intimidad, para conectar con nuestros seres queridos y para hacer aquello que nos apasiona. Porque, al final del día, la verdadera riqueza reside en la calidad de nuestras experiencias y en la profundidad de nuestras conexiones.
Recordemos las palabras de Galeano: ‘Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo’. En nuestra vida cotidiana, podemos transformar nuestro propio mundo buscando un equilibrio, abrazando el descanso y cultivando relaciones significativas. La transformación comienza en cada uno de nosotros.