¿Se prepara Argentina para un cambio radical en el precio de la ropa? El costo de la vestimenta en el país supera hasta en un 310% al de España. Analizamos el impacto de la reciente baja de aranceles: ¿una esperanza para el bolsillo o un golpe a la industria nacional?
¿Ropa más barata? El impacto en el consumidor
El Gobierno, a través del Decreto 236/2025, ha reducido los aranceles de importación de ropa y calzado del 35% al 20%, telas del 26% al 18%, e hilados del 18% a entre el 12% y el 16%. El objetivo es claro: bajar los precios, que en Argentina son notoriamente más altos que en otros países. Pero, ¿realmente veremos una diferencia significativa en las tiendas?
Según datos oficiales, una remera puede costar hasta un 310% más que en España y un 95% más que en Brasil. Sin embargo, el economista Gustavo Ludmer calcula que la reducción total de precios sería de apenas un 3,6%, implicando una baja de solo 0,2 puntos porcentuales en el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Un alivio marginal, concentrado en sectores de ingresos medios y altos que acceden a productos importados.
Para el consumo popular, que se nutre de canales informales, el efecto sería prácticamente nulo. ¿Significa esto que la tan ansiada ropa barata seguirá siendo una ilusión para la mayoría de los argentinos?
El lado B: ¿Qué pasa con la industria nacional?
Pero esta medida, que busca beneficiar al consumidor, podría tener un costo para otro sector crucial de la economía: la industria textil nacional. Los empresarios textiles argumentan que la baja de aranceles, sin una reducción de impuestos que equipare las condiciones de competencia, es un “industricidio”. Se quejan del contrabando, del dumping y de la competencia desleal.
La industria textil y del calzado genera 539.000 puestos de trabajo. Una apertura comercial agresiva, en un contexto de apreciación cambiaria y recuperación del consumo, podría profundizar la crisis en un sector ya de por sí vulnerable. Según Analytica, muchos de estos trabajadores son poco calificados, con trayectorias informales y sin posibilidades reales de insertarse en sectores más dinámicos y formales. ¿Estamos sacrificando la industria local por una breve ilusión de precios bajos?
Además, existe un riesgo macroeconómico: el deterioro del saldo comercial. En un año en el que el rebote exportador tras la sequía no se repetiría y Vaca Muerta y la minería todavía no alcanzan, una mayor importación de textiles y calzado podría complicar aún más la balanza de pagos.
Escenarios económicos: ¿Qué puede pasar?
¿Y si el peso se devalúa?
Una devaluación del peso podría diluir rápidamente el efecto de la baja de aranceles, encareciendo nuevamente los productos importados y neutralizando cualquier beneficio para el consumidor. Además, impulsaría la inflación general, afectando el poder adquisitivo de todos los argentinos.
¿Y si el consumo se mantiene alto?
Si el consumo se mantiene alto, la mayor demanda de productos importados podría generar un aumento en las importaciones, deteriorando el saldo comercial y presionando aún más las reservas del Banco Central.
¿Una medida con fecha de vencimiento? Radiografía de la industria en riesgo
Pérdida de empleos
La baja de aranceles podría provocar el cierre de fábricas y la consecuente pérdida de empleos en el sector textil, especialmente en regiones como La Rioja y Catamarca, donde la industria tiene un peso importante en la economía local. Imaginemos familias enteras dependiendo de una industria ahora amenazada…
Impacto regional
El cierre de fábricas no solo afectaría a los trabajadores directamente empleados, sino también a toda la cadena de valor, incluyendo proveedores, transportistas y comercios locales. El impacto se sentiría en pueblos y ciudades enteras.
Riesgos macroeconómicos
Como se mencionó anteriormente, una mayor importación de textiles y calzado podría complicar aún más la balanza de pagos, generando presiones sobre el tipo de cambio y la estabilidad económica.
Alternativas de política
- Reducción de impuestos para equiparar las condiciones de competencia.
- Incentivos a la inversión en tecnología e innovación.
- Políticas de promoción de la formalización del sector.
- Combate al contrabando y al dumping.
- Apoyo a la capacitación laboral.
El debate está abierto: ¿Protección o competencia?
La baja de aranceles es un claro ejemplo de la eterna disyuntiva entre protección y competencia. ¿Es mejor proteger a la industria nacional, aunque eso implique precios más altos para los consumidores? ¿O es preferible abrir la economía, aunque eso ponga en riesgo puestos de trabajo y la producción local?
No hay respuestas fáciles. Ambas posturas tienen argumentos a favor y en contra. Lo importante es analizar la situación con honestidad, sin caer en simplificaciones ni dogmatismos. La realidad es que la industria textil argentina necesita modernizarse, invertir en tecnología, reducir costos y aumentar su productividad. Pero eso no se logra de la noche a la mañana, ni mucho menos con medidas aisladas como la baja de aranceles.
Necesitamos políticas integrales, que promuevan la inversión, la innovación, la capacitación laboral y la formalización del sector. Y, por supuesto, una competencia justa, que combata el contrabando y el dumping, y que garantice igualdad de condiciones para todos los actores del mercado.
¿Salvavidas para el consumidor o estocada a la industria?
La baja de aranceles: ¿un salvavidas para el consumidor o una estocada a la industria argentina? Una medida que puede tener un impacto limitado en los precios, pero que también plantea serios riesgos para la industria nacional.
Lo importante es que este debate sirva para poner sobre la mesa los problemas de fondo de la industria textil argentina, y para buscar soluciones integrales que beneficien tanto a los consumidores como a los productores. Porque, al final del día, de eso se trata: de construir una economía más justa, más competitiva y más próspera para todos.