La ciudad siria de Alepo, escenario de históricas batallas y crisol de culturas, se encuentra nuevamente en el centro de la tormenta. Una ofensiva relámpago liderada por Hayat Tahrir al Sham (HTS), un grupo con vínculos pasados con Al Qaeda, ha arrebatado el control de la ciudad al régimen de Bashar al-Assad, sembrando el temor entre la población civil, especialmente la minoría cristiana, y elevando la preocupación a nivel internacional. La toma de Alepo no solo redefine el mapa del conflicto sirio, sino que también resucita el fantasma del yihadismo en la región, con implicaciones que podrían extenderse mucho más allá de las fronteras sirias.
Siria: un oasis laico en una región convulsa
A diferencia de muchos países de Medio Oriente, Siria se ha caracterizado por ser un estado laico donde la libertad religiosa, al menos en teoría, estaba garantizada. Cristianos y musulmanes, las dos principales confesiones del país, convivían en un marco de relativa tolerancia, una situación excepcional en una región marcada por conflictos religiosos. Esta laicidad, defendida por el gobierno de al-Assad, contrasta con el ideario islamista radical de HTS, lo que ha generado alarma entre las minorías religiosas, especialmente los cristianos, que temen la imposición de una teocracia similar a la del Estado Islámico.
La preocupación por la comunidad cristiana en Alepo se acrecienta debido a la importancia histórica y demográfica de esta ciudad para el cristianismo en Oriente Medio. Alepo, junto con Mosul en Irak, concentraba una de las mayores poblaciones cristianas de la región, convirtiéndose en un objetivo estratégico para grupos extremistas que buscan eliminar la presencia cristiana en estas tierras.
El temor de los civiles: “Recen y quédense en casa”
El avance de las fuerzas rebeldes ha sumido a la población de Alepo en un clima de terror e incertidumbre. El toque de queda impuesto por HTS, los combates en las calles y el temor a represalias han paralizado la vida cotidiana. Testimonios de residentes, como el de Rita, una anciana libanesa que ha vivido la guerra en ambos países, reflejan la angustia y el abandono que sienten muchos civiles, con la Iglesia como único refugio en medio del caos.
La escasez de alimentos, agua y servicios básicos agrava la situación humanitaria. Organizaciones internacionales como la ONU y ONG locales intentan brindar asistencia a la población atrapada en la ciudad, pero la volatilidad del conflicto dificulta las tareas de ayuda. El riesgo de un nuevo asedio y de una escalada de violencia, similar a la batalla de Alepo de 2012-2016, que dejó la ciudad en ruinas, es una amenaza latente que mantiene en vilo a los habitantes.
La sombra de Al Qaeda y el juego geopolítico
El liderazgo de HTS en la ofensiva de Alepo ha despertado las alarmas de la comunidad internacional. A pesar de que el grupo afirma haber roto sus vínculos con Al Qaeda y busca presentarse como una alternativa política local, su pasado yihadista y su ideología radical generan desconfianza. Analistas y expertos en terrorismo se debaten sobre la verdadera naturaleza de HTS y sus intenciones a largo plazo. ¿Se trata de una genuina transformación ideológica o de una estrategia para ganar legitimidad y apoyo internacional?
La situación en Siria se complica aún más por la intervención de potencias extranjeras con intereses divergentes. Rusia e Irán, aliados del régimen de al-Assad, han intensificado su apoyo militar al gobierno sirio, mientras que Turquía, que respalda a algunos grupos rebeldes, juega un papel ambiguo en el conflicto. Estados Unidos, por su parte, ha condenado las actividades “desestabilizadoras” de Rusia e Irán y ha instado a la desescalada, pero su influencia en el terreno es limitada.
La preocupación de Occidente por el resurgimiento de grupos yihadistas en Siria es evidente. La toma de Alepo por parte de HTS podría fortalecer a otras organizaciones extremistas en la región y desestabilizar aún más un país ya devastado por la guerra. La posibilidad de que Siria se convierta en un nuevo santuario para el terrorismo internacional es un escenario que preocupa a las potencias occidentales y que podría tener consecuencias globales.
La mirada del Vaticano: entre la preocupación y la esperanza
El Vaticano sigue con atención los acontecimientos en Alepo y la situación de la comunidad cristiana en Siria. La Santa Sede, que hasta el momento no ha denunciado ataques directos contra iglesias o cristianos, ha expresado su preocupación por la escalada de violencia y ha llamado al diálogo y a la paz. La defensa de la libertad religiosa y la protección de las minorías son principios fundamentales para la Iglesia Católica, que ve con temor el avance de grupos extremistas en la región.
A pesar del sombrío panorama, la resistencia del clero cristiano en Alepo y la solidaridad de organizaciones internacionales ofrecen un rayo de esperanza. Las iglesias permanecen abiertas como símbolo de fe y como refugio para la población, mientras que la ayuda humanitaria intenta aliviar el sufrimiento de los civiles atrapados en el conflicto. La comunidad internacional se enfrenta al desafío de encontrar una solución pacífica a la crisis siria que garantice la seguridad y la libertad religiosa para todos sus habitantes.