¿Puede la furia española extinguir la esperanza argentina en Montecarlo? La arcilla del Principado fue el escenario de un duelo de estilos, donde Carlos Alcaraz, la joya de Murcia, se midió ante Francisco Cerúndolo, el argentino que venía de hacer vibrar el cemento americano. El marcador final, un 3-6, 6-0 y 6-1 para Alcaraz, esconde una batalla que mantuvo al público en vilo y que dejó a Argentina sin representantes en el Masters 1000.
Un espejismo argentino
En el amanecer del partido, los corazones argentinos latieron con fuerza. Cerúndolo, desplegando una precisión milimétrica y una potencia desbordante, desarboló a Alcaraz en el primer asalto. Sus latigazos profundos y angulados acariciaron las líneas, mientras que el español, visiblemente desorientado, sumaba errores impropios de su jerarquía.
¿La clave? Anular el temible drive de Alcaraz, obligarlo a jugar incómodo y aprovechar cada resquicio para atacar. Una estrategia que funcionó a la perfección en el primer set, pero que se desmoronaría como un castillo de arena ante la tempestad que se avecinaba.
El quiebre en el tercer juego resonó como un trueno en la cancha, impulsando la moral de Cerúndolo y sembrando dudas en el juego de Alcaraz. Con cada punto, la confianza del argentino se inflamaba, mientras que la frustración del español se manifestaba en cada gesto. Un 6-3 en el primer set desató la euforia en la grada argentina y encendió las alarmas en el banquillo de Alcaraz. ‘Alcaraz en la cuerda floja’, se escuchaba entre el público.
Alcaraz: Furia Española en Arcilla
Como un torbellino indomable, Alcaraz arrasó con Cerúndolo en el segundo set, borrando del mapa al argentino con un tenis de otro planeta. Con la mirada fija en la victoria y la determinación de un guerrero, el español desató un vendaval de winners desde todos los rincones de la pista, sometiendo a Cerúndolo a un asedio implacable. Un tenis arrollador.
El 6-0 fue un jarro de agua helada para Cerúndolo, que vio esfumarse su sueño de alcanzar los octavos de final. Alcaraz, en trance, no concedió ni una sola oportunidad de quiebre y se mostró inexpugnable con su servicio, desarbolando al argentino con una agresividad nunca vista.
En sus propias palabras, la metamorfosis de Alcaraz se debió a su audacia. Reconoció haber titubeado en el primer set, permitiendo que Cerúndolo dominara el ritmo del partido. Sin embargo, en el segundo, decidió tomar el mando, exhibiendo su mejor tenis, hostigando al argentino desde la devolución y buscando el golpe ganador con voracidad.
“Sabía que tenía que cambiar algo, jugar más agresivo y mostrar mi mejor tenis con dejadas y voleas… Y lo más importante fue el resto, ya que traté de restar más cerca de la línea para presionarle”, declaró Alcaraz con la adrenalina aún fluyendo por sus venas.
El jaque mate
El tercer set fue la certificación de la resurrección de Alcaraz y la claudicación de Cerúndolo. El español, en estado de gracia, mantuvo su dominio sobre el juego, sin dar tregua al argentino, que luchaba con uñas y dientes pero se veía superado por la inmensidad de su adversario.
Los tempraneros quiebres en el segundo y cuarto juego fueron un mazazo para Cerúndolo, que observó cómo sus aspiraciones se desvanecían. Alcaraz, implacable, sentenció el partido con un 6-1, asegurando su presencia en los octavos de final y sepultando las esperanzas argentinas en Montecarlo. Un final anunciado.
¿El futuro del tenis argentino en arcilla? La eliminación de Cerúndolo se sumó a la de Tomás Etcheverry, quien también sucumbió ante el español Alejandro Davidovich Fokina por 7-6(2) y 6-3. Una doble derrota que dejó al tenis argentino sin representantes en el cuadro individual del Masters 1000. Un duro golpe para una afición que soñaba con ver a sus jugadores levantar el trofeo.
Más allá del resultado: Lecciones en la derrota
A pesar del revés, Cerúndolo puede extraer valiosas enseñanzas de su paso por Montecarlo. El argentino demostró estar a la altura de los mejores del mundo y exhibió un tenis de alto calibre sobre tierra batida, una superficie que históricamente le ha sido esquiva.
Su brillante primer set ante Alcaraz fue una demostración de talento y valentía, y su capacidad para sobreponerse a los momentos adversos es una cualidad que le será de gran utilidad en el futuro. Cerúndolo posee un gran potencial de crecimiento y, con trabajo y perseverancia, puede convertirse en una figura destacada en el circuito.
Para Alcaraz, su triunfo ante Cerúndolo es una prueba de su mentalidad de campeón y de su habilidad para adaptarse a las circunstancias. El español admitió no haber tenido un buen comienzo, pero supo reaccionar a tiempo y desplegar su mejor tenis para asegurar la victoria. ‘Alcaraz desafía la arcilla y renace en Montecarlo’.
Alcaraz se posiciona como uno de los principales candidatos a alzar el título en Montecarlo, un torneo que aún no ha conquistado y que le permitiría consolidar su posición como número tres del mundo y prepararse a conciencia para Roland Garros, donde defenderá el título obtenido el año anterior.
La despedida de Etcheverry
La jornada tampoco fue favorable para Tomás Etcheverry (46°), quien no logró acceder a los octavos de final tras caer ante el español Alejandro Davidovich Fokina (42°) por 7-6(2) y 6-3.
El primer set fue un duelo parejo, con ambos jugadores firmes con su servicio. Un quiebre por lado forzó la definición en el tie break, donde Davidovich Fokina se mostró más sólido y se llevó el set por 7-2.
En el segundo set, el español quebró en dos ocasiones el saque de Etcheverry, quien no pudo concretar ninguna de las cuatro oportunidades que tuvo, y cerró el partido con un 6-3.
De esta manera, tras una hora y 53 minutos de juego, Davidovich Fokina avanzó a los octavos de final, donde se enfrentará al británico Jack Draper.
Con las derrotas de Cerúndolo y Etcheverry, sumadas a las tempranas eliminaciones de Mariano Navone, Camilo Ugo Carabelli y Sebastián Báez, la participación argentina en el cuadro principal del Masters 1000 de Montecarlo llegó a su fin. ‘Argentina se despide de Montecarlo’.