El mundo despide a John Alfred Tinniswood, el hombre más longevo del mundo, quien falleció a la edad de 112 años. Su partida, ocurrida el lunes pasado en una residencia de ancianos en Southport, Inglaterra, marca el final de una vida excepcional que abarcó más de un siglo de historia. Nacido el 26 de agosto de 1912 en Liverpool, Tinniswood fue testigo de dos guerras mundiales, la era espacial y la evolución tecnológica sin precedentes que moldeó el siglo XX y comienzos del XXI. Su historia, más allá de la impresionante cifra de sus años, es un testimonio de resiliencia, moderación y, como él mismo reconoció, una buena dosis de suerte.
Un siglo de historia: de la Primera Guerra Mundial a la era digital
Tinniswood nació en un año crucial: 1912, el mismo año del hundimiento del Titanic. Su infancia y juventud transcurrieron en medio de la convulsa época previa a la Primera Guerra Mundial. A pesar de las dificultades, su familia destaca su inteligencia precoz y sus aptitudes para las matemáticas. Estas habilidades se mostrarían vitales más tarde, durante su servicio en la Segunda Guerra Mundial.
Su participación en la contienda bélica no fue en el campo de batalla, pues su vista no se lo permitía, pero su contribución en el Cuerpo de Pagos del Ejército Británico fue fundamental. Encargado de labores administrativas y logísticas, Tinniswood se involucró en tareas tan cruciales como la gestión de finanzas y suministros para el ejército. Estas experiencias de trabajo bajo presión demostraron su carácter decidido, valiente y sereno frente a situaciones de crisis, rasgos que destacaría su familia en comunicados posteriores a su fallecimiento.
Después de la guerra, Tinniswood consolidó su trayectoria profesional en el sector privado. Trabajó en la empresa postal Royal Mail y en las grandes petroleras Shell y BP, desempeñando puestos de contabilidad. Su rigor y capacidad numérica marcaron un sendero de estabilidad financiera que marcó toda su existencia. Se jubiló en 1972, dejando tras de sí una larga carrera construida con disciplina y dedicación.
Pero la vida de Tinniswood no se limitó al ámbito profesional. En 1942 se casó con Blodwen, una relación que duraría 44 años, hasta la muerte de su esposa en 1986. De esta unión nació su hija Susan, quien luego tendría cuatro nietos y tres bisnietos. La familia destacaba que siempre mantenía el contacto estrecho con ellos, incluso en sus últimos años.
El secreto de la longevidad: moderación y una buena dosis de suerte
Al ser preguntado sobre el secreto de su longevidad, Tinniswood solía contestar con una mezcla de humildad y pragmatismo. Aseguraba que la suerte había sido un factor clave, pero la moderación en todos los aspectos de su vida sin duda contribuyó. Nunca fumó y limitó significativamente el consumo de alcohol. No seguía una dieta estricta, pero sus excesos fueron mínimos, como disfrutaba un clásico fish and chips cada viernes, sin afectar la regularidad de sus hábitos alimenticios.
Su visión sobre la salud era sencilla y contundente: “Si bebes demasiado, o comes demasiado, o caminas demasiado… si haces cualquier cosa en exceso, eventualmente sufrirás las consecuencias”, afirmaba. Esta moderación, combinada con una vida activa y un compromiso con sus relaciones familiares, crea un interesante contraste entre la vida social activa que disfrutaba con un carácter de tranquilidad y serenidad en todos los aspectos de su vida.
Tras cumplir 100 años en 2012, comenzó a recibir una tarjeta de felicitación anual de la Familia Real Británica, un gesto que continuó hasta la muerte de la Reina Isabel y que se renovó con el Rey Carlos III, lo cual resalta el impacto de su historia.
En sus últimos años, residiendo en el hogar de ancianos Hollis Care Home desde 2012, demostró gran agradecimiento por el cariño recibido y por la atención que se le brindó. La familia en un comunicado manifestó que en su último día estuvo rodeado de música y amor, mostrando la cercanía familiar.
Un legado que trasciende los años
La muerte de John Tinniswood deja un legado que va más allá de su longevidad récord. Su vida fue un ejemplo de perseverancia frente a los desafíos de dos guerras mundiales, y de adaptación a los rápidos cambios sociales y tecnológicos de su tiempo. Su moderación en el estilo de vida, combinada con un firme arraigo en las relaciones familiares, proporciona una imagen cautivadora sobre cómo construir una vida larga y plena.
Si bien él atribuyó su longevidad a la suerte, su experiencia nos invita a reflexionar sobre las elecciones que hacemos diariamente. Su historia nos recuerda la importancia de equilibrar la actividad con la serenidad, de nutrir las relaciones familiares y de buscar la moderación en todos los aspectos de la vida.
Su fallecimiento nos deja una profunda reflexión sobre la vida y la muerte. Tinniswood no solo fue el hombre más longevo, sino también un ejemplo inspirador que continuará resonando por su increíble viaje vital.
Tras su fallecimiento, el título de persona más longeva del mundo recae ahora sobre Okagi Hayashi, una mujer japonesa de 115 años. Sin embargo, el legado de Tinniswood permanece intacto. Su existencia, que abarcó más de un siglo, representa un valioso testimonio de la fortaleza y resiliencia humana y nos deja una huella duradera en nuestra comprensión del vivir.
La historia de John Alfred Tinniswood trascenderá el récord Guinness: su vida representa una historia poderosa y única.