En una visita a Buenos Aires que resonó con la historia argentina, tres activistas rusos de derechos humanos compartieron sus experiencias sobre el clima de opresión bajo el régimen de Vladimir Putin. Invitados por la Embajada de Polonia, Grigory Vaypan, abogado de la asociación Memorial, ganadora del Premio Nobel de la Paz; Tamilla Imanova, también abogada de Memorial; y Darya Guskova, periodista del medio opositor Mediazona, detallaron la supresión de la libertad de expresión y la persecución a la disidencia en Rusia, encontrando paralelismos inesperados con el pasado argentino.
El silencio impuesto por el miedo
Vaypan, con la experiencia de Memorial a sus espaldas, destacó la necesidad de aprender del proceso argentino de transición a la democracia. “Los rusos tenemos mucho que aprender de cómo Argentina salió de la dictadura”, afirmó, subrayando la importancia de la rendición de cuentas por los crímenes del pasado como un paso fundamental hacia un futuro democrático. Para Imanova, la simple libertad de conversar abiertamente en un avión, algo cotidiano para los argentinos, fue una revelación impactante. “En Rusia, vivimos con el temor constante de ser escuchados, incluso en conversaciones privadas”, relató, ilustrando la omnipresente vigilancia y la autocensura que imperan en la sociedad rusa.
Guskova, por su parte, expuso casos concretos que demuestran la severidad de la represión. El caso de la médica pediatra Nadezhda Buyanova, condenada a cinco años y medio de prisión por un comentario casual sobre la guerra en Ucrania hecho delante de un paciente menor de edad, ejemplifica la criminalización de la disidencia, incluso en el ámbito privado. La justicia rusa consideró esta conversación como una “declaración pública contra la guerra”, un delito grave en el contexto actual.
El exilio, la resistencia y la esperanza
Los tres activistas, obligados a vivir en el exilio –Vaypan en Montenegro, Imanova en Polonia y Guskova en Lituania–, representan a más de un millón de rusos que han huido de la represión y la guerra. Su activismo, sin embargo, continúa. Guskova, como editora jefa de Mediazona, lidera un medio que informa a la población rusa sobre la realidad que el Kremlin intenta ocultar. “Utilizamos Telegram para recibir información de colaboradores en Rusia y creamos ‘links espejo’ para sortear el bloqueo diario de nuestro sitio web”, explicó, demostrando la capacidad de adaptación de la prensa independiente frente a la censura.
Más allá de los medios digitales, la resistencia se manifiesta en pequeños actos de desafío: arrancar carteles de propaganda, escribir grafitis, crear gacetillas caseras distribuidas anónimamente. Estas acciones, aunque aparentemente insignificantes, representan una forma de disenso en un contexto donde la crítica pública puede ser castigada con severas penas de prisión. El caso de Masha Moskaleva, la niña de 12 años condenada por un dibujo contra la guerra, ilustra cómo la represión se extiende incluso a la infancia, con consecuencias devastadoras para las familias. Su padre, separado de la madre, fue condenado a dos años de prisión por el dibujo de su hija que incluía la frase “No a la guerra”.
¿Un espejismo de popularidad?
Ante la supuesta popularidad de Putin, reelegido con el 87% de los votos en un contexto sin oposición real, Vaypan se muestra escéptico. “¿Cómo medir la temperatura ambiente si todos los termómetros están destruidos?”, cuestiona, denunciando la falta de transparencia y la manipulación electoral en Rusia. Relata su experiencia como fiscal electoral en 2008, donde presenció irregularidades flagrantes en el conteo de votos, lo que deslegitima cualquier resultado oficial. “Rusia es una dictadura, y en una dictadura no hay forma de conocer el apoyo real al dictador”, sentencia.
Vaypan también expresa sus dudas sobre la posibilidad de un acuerdo de paz en Ucrania mientras Putin permanezca en el poder. “Putin es sinónimo de guerra”, afirma, descartando cualquier negociación que implique ceder territorio ucraniano. Para el activista, la única solución es la salida de Putin del poder, aunque reconoce que este escenario no se vislumbra en el corto plazo. “El mundo debe entender que Putin seguirá utilizando la amenaza nuclear como herramienta de extorsión”, advierte.
Argentina como modelo a seguir
A pesar del sombrío panorama, Vaypan encuentra esperanza en la experiencia argentina. “Argentina es un ejemplo para los rusos en su camino hacia la democracia”, declara, destacando la importancia de los juicios por los crímenes de la dictadura como un proceso fundamental que Rusia no ha llevado a cabo tras la disolución de la Unión Soviética. “Es crucial aprender de esa lección para que, cuando Putin deje el poder, Rusia no pierda la oportunidad de construir una democracia duradera”, concluye, enfatizando la necesidad de rendición de cuentas y justicia para asegurar una transición real hacia un Estado de derecho.