En Argentina, la inflación y las constantes fluctuaciones cambiarias han generado un panorama complejo para los consumidores. Sin embargo, un fenómeno menos analizado es la disparidad significativa de precios entre distintas cadenas de supermercados, incluso para los mismos productos y marcas.
Este análisis se centrará en las diferencias de precios observadas en productos de primera necesidad de grandes cadenas de supermercados, dejando de lado, por simplicidad y para evitar distorsiones, las pequeñas tiendas y comercios de barrio que tienen dinámicas de abastecimiento diferentes.
Precios Claros: Una Ventana a la Disparidad
Gracias a la información pública proporcionada por el portal “Precios Claros”, podemos analizar con precisión las variaciones de precios entre diferentes supermercados. Si bien el objetivo de esta iniciativa gubernamental no es el control de precios, la data generada permite a los consumidores comparar precios y a los analistas observar las tendencias del mercado.
Esta base de datos revela diferencias sorprendentes, incluso en productos de consumo diario y marcas líderes. No se trata de ofertas puntuales ni promociones especiales, sino de precios de góndola regulares. Esto sugiere un margen de maniobra considerable en la fijación de precios que utilizan las cadenas de supermercados, y que afecta de manera directa al bolsillo de los consumidores.
Ejemplos de la Disparidad: Desde el Arroz al Aceite
Un caso llamativo es el del arroz. Un paquete de la marca Molinos Ala puede oscilar entre $1.015 y $1.550 según el supermercado, lo que representa una diferencia de un 48%. Este desfasaje se replica en otros rubros.
Los aceites muestran disparidades considerables. Un envase de 1.500 ml de aceite de girasol de la marca Cocinero puede costar entre $3.000 y $3.600 (20% de diferencia). Similarmente, una botella de 900 ml de la marca Molinos Cañuelas oscila entre $1.900 y $2.300 (21%). El azúcar (marca Chango) presenta diferencias de hasta un 17.6%, variando entre $1.050 y $1.235, y la sal (Celusal de 500 gramos) hasta un 11.5%, entre $3.274 y $3.650.
Incluso en bebidas como la Coca-Cola de 2,25 litros, existe una diferencia de precios del 8,6%, con valores que van de $3.500 a $3.800. Estos ejemplos muestran que la disparidad de precios es un fenómeno extendido y significativo, afectando a una amplia gama de productos básicos en la canasta familiar argentina.
Estrategias Comerciales: Una Explicación Parcial
Las grandes cadenas de supermercados, en muchos casos, adquieren sus productos a precios similares de los mayoristas. Sin embargo, las diferencias en las estrategias comerciales podrían explicar parte de esta disparidad. Algunas empresas mantienen márgenes de rentabilidad elevados en ciertos nichos donde no compiten fuertemente, compensando así la menor rentabilidad en otros sectores más competitivos.
Otro factor relevante es el uso de ciertos productos como «ganchos» comerciales. Por ejemplo, los lácteos, con márgenes de utilidad reducidos, pueden venderse a precios ligeramente más bajos (o incluso con pérdidas ocasionales) para atraer clientes que luego incrementan el gasto en otros productos con mayor rentabilidad. La dinámica de estas estrategias comerciales influyen notablemente en la percepción final del consumidor, que observa diferencias significativas entre supermercados en el precio de los mismos productos.
El Impacto en el Consumidor y el Panorama Económico
La disparidad de precios impacta directamente en el poder adquisitivo de los consumidores argentinos, especialmente en un contexto de inflación y baja en el consumo masivo. Esta situación obliga a los consumidores a una búsqueda constante del precio más bajo, lo que implica mayor tiempo y esfuerzo en la planificación de las compras, incrementando el costo de oportunidad del consumidor.
Según datos de la consultora Scentia, el consumo masivo se mantiene deprimido, con una caída del 20.4% en octubre y un acumulado del 12.8% en el año. Si bien la baja de la inflación es una noticia positiva, las grandes diferencias de precios entre supermercados siguen afectando al consumidor argentino, y la dinámica del mercado, en lugar de llevar al consumidor a obtener mayores posibilidades de adquisición, limita las posibilidades de los consumidores, y de cierta forma, exacerba los efectos de una economía todavía inestable.
La Necesidad de Transparencia y Comparación
La disparidad de precios en los supermercados argentinos es una realidad que afecta el bolsillo del consumidor y exige una mayor atención por parte de las autoridades y los propios consumidores. La disponibilidad de datos a través de “Precios Claros” es un paso fundamental, pero es necesario que los consumidores estén informados y puedan comparar con eficiencia los precios de los diferentes establecimientos.
La clave para combatir la disparidad y proteger al consumidor se basa en la transparencia y la posibilidad de comparar eficazmente. Solo así el consumidor podrá tomar decisiones más informadas y equilibradas, ejerciendo una presión efectiva sobre el mercado para que este se vuelva más competitivo, fomentando la lealtad con las empresas y mayor eficiencia en el uso de los recursos.