Misiones, la provincia argentina con la población más joven según el Instituto Provincial de Estadísticas y Censos (IPEC), presenta un vibrante panorama nocturno que, sin embargo, se ve ensombrecido por el desafío de garantizar la seguridad de su juventud. A diez años de la implementación de la Ley de Nocturnidad, la problemática persiste, generando un debate constante en diversos ámbitos.
El contexto de la juventud misionera
La adolescencia y la juventud son etapas complejas marcadas por múltiples cambios físicos, emocionales y sociales. La búsqueda de identidad, la exploración de valores y la presión por encajar generan conflictos personales que pueden afectar el comportamiento y las decisiones. Los jóvenes, en su proceso de autodescubrimiento, a veces se involucran en conductas de riesgo sin la plena conciencia de las consecuencias, lo que requiere de un análisis del contexto en el que se desenvuelven.
El rol de las habilidades emocionales
El desarrollo de habilidades emocionales y la regulación emocional son cruciales para el razonamiento y la toma de decisiones responsables. La capacidad de gestionar emociones y controlar impulsos, evita comportamientos riesgosos y es clave para que los jóvenes enfrenten situaciones complejas.
Estas habilidades deben ser fomentadas en el hogar, la escuela y la comunidad, mediante la educación emocional, para que los jóvenes puedan enfrentar los retos que implica esta etapa.
Perspectivas desde la seguridad pública
La presencia policial en lugares de esparcimiento nocturno es fundamental para prevenir incidentes y responder a situaciones de emergencia. La intensificación de los controles, tanto al ingreso como a la salida de los locales nocturnos, ayuda a disuadir comportamientos violentos o delictivos.
Sin embargo, la efectividad de estos controles radica en la capacitación adecuada de las fuerzas de seguridad en técnicas de resolución pacífica de conflictos y en el manejo de situaciones que involucran personas bajo los efectos del alcohol y las drogas. Es importante entender que la seguridad no se basa solo en la represión sino también en la prevención y la educación.
La mirada del sistema de salud
Los hospitales y centros de salud son testigos directos de las consecuencias de la violencia y el consumo excesivo de alcohol y drogas en la vida nocturna. Se reciben pacientes con lesiones por peleas callejeras, intoxicaciones por diversas sustancias y combinaciones de ambos. Esta problemática requiere de una atención multidisciplinaria que comprenda el problema desde sus raíces sociales.
Es crucial que el sistema de salud colabore en la prevención, participando en campañas de educación y sensibilización para generar conciencia sobre los riesgos asociados a la violencia y el consumo irresponsable. Además, la recolección de datos de estos casos es relevante para informar políticas públicas de prevención más efectivas.
Experiencias en diferentes localidades
La implementación de la Ley de Nocturnidad y su efectividad varían en cada localidad. En Oberá, una fiesta clandestina con menores reavivó el debate sobre la necesidad de reforzar los controles y la prevención del consumo de alcohol en menores. En San Pedro, un trabajo preventivo de las fuerzas de seguridad ha demostrado resultados positivos en la reducción de conflictos y hechos delictivos en eventos bailables y deportivos.
En Eldorado, un intenso debate a nivel del Concejo Deliberante sobre la modificación del Código de Nocturnidad refleja la búsqueda constante de un equilibrio entre la regulación de la actividad nocturna y el respeto de las libertades individuales. Esta discusión pone sobre la mesa la necesidad de un enfoque que priorice la prevención por sobre la simple prohibición.
Conclusiones
La seguridad nocturna en Misiones es un desafío que requiere de la cooperación entre la sociedad, las fuerzas de seguridad, el sistema de salud y los responsables políticos. Un abordaje integral que contemple la prevención, la educación emocional, la capacitación policial y la regulación eficiente de la vida nocturna, resulta fundamental para asegurar el bienestar y la protección de la juventud misionera. Es necesario enfocarse en comprender las causas subyacentes de la violencia y el consumo de sustancias, trabajando en el desarrollo de las habilidades emocionales en los jóvenes y generando estrategias para mitigar los riesgos que puedan afectar su desarrollo.
A diez años de la Ley de Nocturnidad, es momento de revisarla, actualizarla y adaptarla a las nuevas realidades, incorporando las perspectivas de todos los actores involucrados, asegurando así un futuro más seguro para los jóvenes misioneros.