El 31 de enero de 2009, Luciano Arruga, un adolescente de 16 años, fue visto por última vez en Lomas del Mirador, provincia de Buenos Aires. Su desaparición, tras negarse a robar para la policía, se convirtió en un símbolo de la violencia institucional y la impunidad en Argentina. Dieciséis años después, la lucha incansable de su hermana, Vanesa Orieta, por verdad y justicia continúa, mientras el caso sigue en etapa de instrucción y la sombra de la impunidad persiste.
El caso Luciano Arruga: una historia de violencia institucional e impunidad
Objetivo de la sección: Contextualizar el caso, presentando los hechos principales y la lucha de Vanesa Orieta por justicia.
Luciano Arruga vivía en un barrio humilde de La Matanza y, como muchos jóvenes de su edad, soñaba con un futuro mejor. Sin embargo, su vida se vio truncada por el accionar policial. Según testimonios y la posterior condena de un oficial, Luciano fue víctima de hostigamiento, torturas y presiones para delinquir. Su negativa a colaborar con la policía desencadenó su desaparición forzada. Durante cinco años y ocho meses, su familia lo buscó incansablemente, enfrentando la indiferencia y la complicidad de las autoridades. En 2014, sus restos fueron hallados en el Cementerio de la Chacarita, donde había sido enterrado como NN tras ser atropellado en la Avenida General Paz. La causa judicial, sin embargo, continúa abierta y la familia aún espera justicia.
Vanesa Orieta, hermana de Luciano, se convirtió en una referente en la lucha contra la violencia institucional. Su perseverancia y valentía la llevaron a transformar el destacamento policial donde Luciano fue torturado en un Espacio para la Memoria. Desde allí, no solo mantiene viva la memoria de su hermano, sino que también trabaja para concientizar sobre la problemática de la desaparición forzada y la impunidad. “El caso de Luciano no es un caso aislado”, denuncia Vanesa. “Es la historia de miles de jóvenes víctimas de la violencia estatal. Es la historia de un sistema que criminaliza la pobreza y protege a los victimarios”.
16 años de lucha: la incansable búsqueda de justicia
Objetivo de la sección: Detallar la lucha de Vanesa y su familia, los obstáculos que han enfrentado y la persistente impunidad en el caso.
La lucha de Vanesa Orieta y su familia ha enfrentado numerosos obstáculos. Desde la desidia inicial de la justicia, que se negó a investigar seriamente la desaparición de Luciano, hasta la revictimización que sufrieron por parte de las autoridades. La fiscalía, en lugar de buscar a Luciano, investigó a su familia, pinchando sus teléfonos y sometiéndolos a un constante hostigamiento. Recién después de años de lucha y gracias al apoyo de organismos de derechos humanos como el CELS, la causa avanzó hacia la justicia federal.
A pesar del hallazgo de los restos de Luciano y la condena del policía Julio Torales por torturas, la impunidad persiste. La causa judicial que investiga la desaparición forzada y muerte de Luciano continúa en etapa de instrucción, 16 años después. “No nos vamos a callar hasta que todos los responsables sean juzgados”, afirma Vanesa. “La memoria de Luciano y la lucha por justicia nos dan la fuerza para seguir adelante”.
La falta de una base de datos unificada de personas desaparecidas, el ocultamiento de información y la negligencia de las autoridades judiciales son solo algunas de las irregularidades que marcaron el caso. “El Estado es responsable por la desaparición y muerte de Luciano”, sentencia Vanesa. “No solo por la acción directa de la policía, sino también por la inoperancia y la complicidad del sistema judicial”.
El legado de Luciano: la lucha por los derechos humanos y contra la violencia institucional
Objetivo de la sección: Reflexionar sobre el impacto del caso Arruga en la sociedad argentina y la importancia de la lucha por los derechos humanos.
El caso de Luciano Arruga se convirtió en un emblema de la lucha por los derechos humanos y contra la violencia institucional en Argentina. Su historia visibilizó la problemática de la gatillo fácil, la desaparición forzada de personas y la criminalización de la pobreza. La lucha de Vanesa Orieta inspiró a otras familias y organizaciones a alzar la voz y exigir justicia por sus seres queridos.
El “Espacio para la Memoria Luciano Arruga”, ubicado en el ex destacamento policial donde fue torturado, se transformó en un símbolo de resistencia y un lugar de encuentro para la comunidad. Allí se realizan actividades culturales, educativas y de promoción de los derechos humanos. “La memoria de Luciano nos impulsa a construir un país más justo e igualitario”, afirma Vanesa. “Un país donde la policía esté al servicio de la comunidad y donde los derechos humanos sean una realidad para todos y todas”.
La lucha de Vanesa Orieta continúa. Su voz, llena de dolor y de fuerza, se alza para exigir justicia por Luciano y para que su historia no se repita. El caso Arruga nos interpela como sociedad a reflexionar sobre la responsabilidad del Estado en la protección de sus ciudadanos y la necesidad de construir un sistema judicial que garantice el acceso a la justicia para todos.
A 16 años de la desaparición de Luciano, su memoria sigue viva. Su caso nos recuerda que la lucha por la justicia y contra la impunidad es un camino largo y difícil, pero necesario para construir una sociedad más justa y democrática.