En una entrevista profundamente emotiva con la icónica Susana Giménez, Carolina “Pampita” Ardohain conmovió a la audiencia al hablar sobre la pérdida de su hija Blanca y la peregrinación anual que realiza a Luján.
La charla, transmitida por Telefe, giró en torno a la tradicional caminata que Pampita realiza desde Liniers hasta Luján. Muchos especularon que su viaje de este año estaba relacionado con su reciente separación de Roberto García Moritán, sugiriendo que buscaba el consuelo y la guía divina para encontrar una nueva pareja. Sin embargo, la modelo desmintió rotundamente estas especulaciones.
“No le pedí un novio a la Virgen, como dice todo el mundo. Yo a la Virgen voy porque es una rutina que hago desde que falleció mi hija. No voy a pedir novios. Capaz algunas personas van a pedir eso, pero yo voy por otras cosas.”
Una tradición nacida del dolor
Pampita explicó que su peregrinación a Luján comenzó como un acto de sanación, una forma de liberar el inmenso dolor por la pérdida de su hija. Sus palabras revelaron la intensidad de su sufrimiento y la búsqueda de consuelo en su fe.
“Cuando fui al principio iba a entregar ese dolor que no me dejaba respirar. Y año a año a entregar, entregar y entregar, a pedir que me ayuden a sobrellevar eso que era un fuego adentro mío.”
La descripción de Pampita fue desgarradora, pintando un cuadro vívido de la angustia y el proceso de duelo que experimentó. Sus palabras resonaron con muchos que han experimentado la pérdida de un ser querido, demostrando la universalidad del dolor y la búsqueda de consuelo.
Un camino de sanación
A través de los años, el significado de la peregrinación para Pampita ha evolucionado. Inicialmente centrada en mitigar su dolor, la caminata se transformó en una forma de expresar gratitud, agradecer por la salud de sus otros hijos y por su propia fuerza para superar la tragedia.
Con el tiempo, Pampita comenzó a incluir en sus oraciones los pedidos de otras personas, convirtiendo su viaje personal en una muestra de solidaridad y fe compartida. El relato mostró la capacidad humana para transformarlo el dolor y encontrar un propósito en el sufrimiento.
“Se fue calmando y lo puedo llevar hoy desde otro lugar. Después empecé a ir a agradecer estar bien, que mis hijos estaban bien. Después fui a llevar pedidos para otras personas. Y bueno, se hizo una rutina. Se me caen las uñas de los pies, todo. Un desastre.”
La respuesta de Susana Giménez
Susana Giménez, visiblemente conmovida por el relato de Pampita, compartió su propia experiencia con la fe y la oración, expresando su admiración por la fuerza y la perseverancia de la modelo.
“Yo siempre quise, pero nunca pude. Yo rezo todas las noches, amo a la Virgen.”
La entrevista culminó con Pampita describiendo la caminata como un acto profundamente personal y respetuoso, un espacio de introspección y conexión con su fe, en donde incluso sus hijos la acompañan en los tramos finales del recorrido.
“Podés hacer un tramo más corto si querés. O podés salir y no llegar y eso no importa. Hay un clima de mucho respeto. Yo voy siempre muy conmovida, concentrada en lo que voy haciendo, nadie me interrumpe ni me molesta. Mis hijos a veces me acompañan en el último trayecto.”
Resonancia y legado
La honestidad y vulnerabilidad con las que Pampita compartió su historia han resonado profundamente en el público, generando un debate sobre el duelo, la fe y la búsqueda de sanación. Su relato se convirtió en un testimonio de la capacidad humana para enfrentar la adversidad y encontrar la fuerza para seguir adelante.
La entrevista con Susana Giménez no solo ofreció una mirada íntima a la vida de Pampita, sino que también abrió una ventana a la complejidad del duelo y la importancia de la fe como fuente de consuelo y fortaleza. Este momento televisivo se transformó en una poderosa representación de la resiliencia humana, capaz de generar esperanza y empatía entre los espectadores.
El legado de la entrevista va más allá del mundo del espectáculo, invitando a la reflexión sobre la importancia de abordar el dolor con honestidad, buscando apoyo en la fe, la familia y los espacios de introspección. La historia de Pampita se convierte así en un faro de luz, un testimonio de esperanza en medio de la adversidad.