La Marcha del Orgullo Antifascista, convocada en repudio a los dichos del presidente Javier Milei en el Foro Económico Mundial de Davos, ha trascendido las fronteras argentinas y se ha convertido en un fenómeno global. En más de 20 ciudades del mundo, ciudadanos se manifestarán frente a las sedes diplomáticas argentinas para expresar su rechazo a las declaraciones discriminatorias del mandatario contra la comunidad LGBTQ+. En Buenos Aires, la movilización partirá desde el Congreso hacia la Plaza de Mayo, epicentro de las protestas sociales en Argentina.
Un grito global contra la discriminación
La convocatoria a la marcha se gestó a través de asambleas y reuniones de colectivos LGBTQ+ y organizaciones sociales, que rápidamente encontraron eco en diferentes países. Grasa Guevara, drag queen y militante de la Asamblea en Solidaridad con Argentina en Berlín, explicó que la red internacional “Argentina No Se Vende” ha sido clave en la articulación de las protestas a nivel global. A través de redes sociales, utilizando el usuario “ArgentinaNoSeVende” seguido de un punto y el nombre de la ciudad, los argentinos en el exterior pueden encontrar información sobre las movilizaciones locales.
Para Guevara, el movimiento de disidencias está logrando una visibilidad y una capacidad de movilización que otros sectores políticos no han alcanzado. “Somos esa cuota que todo el mundo quiere incorporar, pero sin cambios sustanciales en nuestras condiciones de vida”, denunció, señalando la necesidad de luchar contra la discriminación y la violencia que aún sufre la comunidad LGBTQ+.
La derecha global está intentando construir un enemigo común y somos las personas LGBT+, las personas que migramos en los distintos países del mundo.
La marcha, por lo tanto, se enmarca en una lucha global contra el avance de la derecha y el fascismo, que, según Guevara, “está intentando construir un enemigo común” en las minorías y en los grupos más vulnerables. El llamado a la movilización busca frenar el discurso de odio y la discriminación, alertando sobre las consecuencias de la apatía y la indiferencia: “Hay muchas personas que piensan que no les va a tocar, pero va a pasar”.
Acusaciones cruzadas y la postura del Gobierno
Desde el Gobierno, la respuesta a la convocatoria no se hizo esperar. Se acusa al kirchnerismo de estar detrás de la organización de la marcha, buscando desestabilizar la gestión de Milei y capitalizar el descontento social. Según fuentes cercanas al presidente, la movilización no es una respuesta genuina a sus dichos, sino una “opereta” orquestada por la oposición para generar un revés político.
Para el oficialismo, la marcha “reunirá a lo peor de la política rancia, a la casta sindical y a los fascistas pro-Hamas”, con el único objetivo de desestabilizar al gobierno. Además, cuestionan la “doble moral” del kirchnerismo por no haberse movilizado contra casos de violencia de género y abuso dentro de sus propias filas, como las acusaciones contra Alberto Fernández, la condena a José Alperovich y la denuncia contra Fernando Espinoza.
Santiago Oría, responsable del contenido audiovisual de Presidencia, ironizó sobre las motivaciones de la marcha: “¿La marcha es por Cecilia Strzyzowski de Chaco que tiraron a los chanchos? Es por la sobrina menor de Alperovich? Es por la golpeada Fabiola? Ah no, es por un video editado a propósito mal de Milei”.
Seguridad y el “Protocolo Antipiquetes”
A pesar de las acusaciones y la descalificación de la marcha, el Gobierno reconoce que la movilización podría ser multitudinaria. Esto plantea un dilema en materia de seguridad, ya que el “Protocolo Antipiquetes” sería difícil de aplicar en caso de una gran concentración de personas.
La estrategia del Gobierno se centrará en el monitoreo aéreo para evaluar la dimensión de la marcha y en la rápida canalización de los manifestantes hacia la Plaza de Mayo. Se busca evitar la permanencia en las principales arterias de la ciudad y se instará a respetar los cortes parciales. La prioridad será la custodia del Congreso y la Casa de Gobierno con presencia de fuerzas federales y vallados, impidiendo el acceso a los edificios y “no se tolerará ningún intento de vandalismo”.