Argentina se encuentra ante una preocupante realidad: la disminución drástica en el consumo de piedra, un elemento fundamental para la construcción de infraestructura. Esta caída, lejos de ser un problema aislado del sector minero, refleja un estancamiento generalizado que amenaza el desarrollo y progreso del país. No se trata simplemente de números en una tabla estadística, sino de una crisis que se manifiesta en el deterioro de nuestras rutas, autopistas, vías férreas, hospitales y escuelas, el esqueleto mismo de nuestra nación.
El silencio de las canteras: un indicador alarmante
Para quienes trabajamos en la industria de la piedra, la situación es palpable. La disminución en la demanda de agregados pétreos es una señal inequívoca de que algo anda mal. El consumo ha caído de manera excepcional, pasando de 360 millones de toneladas en 2017 a una proyección de apenas 80 millones en 2024. Estas cifras, presentadas en el reciente Congreso de Áridos Córdoba 2024, deberían encender todas las alarmas posibles.
La magnitud del problema trasciende lo meramente económico. La piedra, después del agua, es el recurso natural más consumido por el hombre. Un solo kilómetro de autopista necesita 30.000 toneladas de materiales pétreos, lo que equivale a mil camiones. La reducción tan significativa en el consumo significa, ineludiblemente, una parálisis en la construcción de nuevas obras y una falta de mantenimiento en las existentes.
Las arterias del progreso estancadas
A las rutas, avenidas, calles y autopistas se las suele llamar, con razón, las ‘arterias’ del país. Por ellas circula el progreso, la actividad económica, la vida misma de la nación. Y estas arterias, en un altísimo porcentaje (entre el 95% y el 100%), están construidas con piedra. Paralizar su construcción o mantenimiento equivale a dejar de irrigar la economía nacional. Es cortar el flujo vital que permite que el desarrollo circule con fluidez.
Este no es un problema de gestión pública o privada, no es cuestión de discutir la propiedad o el tipo de obra (pública, privada, mixta). La discusión se centra en la magnitud del estancamiento. No importa quién se encargue, lo importante es que las obras se lleven a cabo. La parálisis en el consumo de piedra es una clara muestra de la falta de inversión en infraestructura, algo que termina afectando a todos los sectores de la sociedad.
El ejemplo internacional: un camino a seguir
La Unión Europea y los Estados Unidos, entre otros, consideran el consumo de áridos y agregados pétreos como un indicador clave del progreso. Es un parámetro que, de forma sencilla, muestra el nivel de actividad en la construcción, un sector que mueve millones de puestos de trabajo y da impulso al crecimiento económico. El bajo consumo en Argentina contrasta con el vigor que presentan estos países, y demuestra nuestra lamentable falta de inversión.
Analizar los números de construcción de carreteras, hospitales, escuelas, viviendas en el mundo, nos mostraría que Argentina se encuentra rezagada. La falta de inversión constante en infraestructura ha provocado que las carreteras sean inadecuadas, el sistema de salud esté obsoleto en algunas áreas, las escuelas necesiten reparaciones urgentes y que el déficit habitacional se agrave. No estamos preparados para el futuro con esta infraestructura envejecida.
El costo de la inacción: una deuda con el futuro
Actualmente, nos encontramos utilizando infraestructuras construidas en el pasado. La falta de renovación y mantenimiento no sólo provoca el deterioro de la infraestructura existente, sino que además nos obliga a realizar obras más ambiciosas en el futuro. Este atraso implica pagar el precio de la inacción, con un costo mucho mayor en el largo plazo. No solo las obras costarán más en el futuro, sino que también la falta de inversión en infraestructura perjudicará el crecimiento económico.
No importa quién construya; la clave radica en que las obras se lleven a cabo. Los atrasos se pagan caros. El silencio de las canteras es una advertencia: necesitamos una reactivación inmediata de la infraestructura del país, para el presente y para las futuras generaciones. La falta de planificación estratégica en las políticas de infraestructura, hace que la crisis que estamos atravesando se agrave a pasos agigantados.
Los atrasos se pagan caros.
la urgencia de la acción
Es hora de dejar de lado las discusiones intrascendentes y enfocarnos en lo esencial: la construcción de la infraestructura que nuestro país necesita para crecer y progresar. El bajo consumo de piedra es un síntoma de una enfermedad mayor que, de no tratarse con urgencia, podría afectar severamente la salud de la economía y el bienestar de todos los argentinos. La crisis de la piedra en Argentina es, en esencia, un reflejo del estancamiento infraestructural y un llamado urgente a la acción.