A principios de 2024, Argentina se enfrentó a una dura realidad: la pobreza alcanzaba niveles alarmantes, llegando al 52,9% a nivel nacional y al 49,5% en el Gran Córdoba. La inflación descontrolada y una devaluación del 118% decretada por Javier Milei fueron los principales detonantes de esta crisis. Sin embargo, proyecciones de diversos especialistas, basadas en datos parciales de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC, sugieren un cambio de rumbo en el segundo semestre del año: la pobreza habría disminuido significativamente, hasta 12,6 puntos en Córdoba.
La inflación, el factor clave
El descenso de la inflación, especialmente en alimentos, se erige como el principal motor de esta sorprendente mejora. Los precios, que acumularon un incremento del 122% en 2024, experimentaron una marcada desaceleración a partir de mayo. Este cambio fue crucial para los hogares más vulnerables, cuyo gasto se concentra principalmente en alimentos. Al bajar la inflación de alimentos, su poder adquisitivo aumentó.
Leopoldo Tornarolli, economista del CEDLAS, proyectó una baja de la pobreza a nivel nacional al 38,5% entre julio y septiembre, y estima que cerró el año en torno al 40%, por debajo del 41,8% de 2023. Martín González Rozada, de la Universidad Di Tella, coincide con esta tendencia, calculando una pobreza del 36,8% para el segundo semestre de 2024.
Córdoba: un reflejo de la tendencia nacional
En Córdoba, la situación refleja la tendencia nacional. Según Idesa, la pobreza se estabilizó en el tercer trimestre de 2024 en un 38,3%, similar al mismo período de 2023. Sin embargo, la proyección anual muestra una caída de 12,6 puntos, lo que implica que alrededor de 480.000 cordobeses habrían salido de la pobreza.
Catalina Serena, economista de Idesa, explica esta mejora por la estabilización macroeconómica y la recuperación de los ingresos informales, que suelen ser los más afectados por la inflación. “La combinación de alta informalidad con inflación suele disparar las cifras de pobreza. En estos últimos meses, los ingresos de los informales (que suelen estar sobre o debajo de la línea de pobreza), comenzaron a recuperar fuertemente, mientras que muchos sectores formales lograron volver a niveles previos a de 2023″.
¿Un crecimiento inclusivo?
Si bien la baja de la inflación es una buena noticia, los especialistas advierten que la pobreza en Argentina sigue siendo alta. Un 38,3% en Córdoba representa a 1,5 millones de personas en situación de privación. El desafío, según Serena, es lograr un crecimiento sostenido que permita reducir la pobreza estructural, algo que Argentina no ha conseguido desde 2007.
Tornarolli, por su parte, destaca la importancia de un crecimiento inclusivo que no aumente la desigualdad. Según sus cálculos, un crecimiento del 5% en 2025 podría reducir la pobreza al 35%. Sin embargo, aclara que la AUH y la Tarjeta Alimentar, aunque mejoran las condiciones de vida, no son suficientes para explicar la baja de la pobreza, ya que esta se debe principalmente a la recuperación de los ingresos laborales.
El análisis de Tornarolli arroja luz sobre la aparente contradicción entre la baja de la pobreza y la retracción del consumo. Explica que la medición del consumo considera a toda la población, incluyendo sectores medios y altos que aún no han recuperado su poder adquisitivo debido al encarecimiento de los servicios. En cambio, la medición de la pobreza se centra en los sectores más vulnerables, cuyo gasto se concentra en alimentos, que experimentaron una inflación menor.
El futuro: ¿sostenibilidad o espejismo?
La pregunta clave es si esta disminución de la pobreza es sostenible en el tiempo. La respuesta, según los expertos, depende de la capacidad de Argentina para generar un crecimiento económico sostenido e inclusivo. Reducir la pobreza coyuntural es un primer paso, pero el verdadero desafío es abordar la pobreza estructural, que requiere un cambio profundo en la matriz productiva del país.
Para que Argentina logre un crecimiento sostenido, es necesario que las empresas y los hogares puedan planificar a largo plazo. Esto requiere de una economía estable y políticas que incentiven la inversión y la creación de empleo. Solo así se podrá reducir la pobreza de manera significativa y duradera.