Ridley Scott, un director que ha demostrado una capacidad asombrosa para alternar entre obras maestras y películas profundamente decepcionantes. Su filmografía reciente es un claro ejemplo de esta inconstancia. Mientras que ‘El Último Duelo’ y ‘La Casa Gucci’ brillaban por su audacia narrativa y su dirección visualmente impresionante, ‘Napoleón’ evidenció cierta fatiga creativa, presentando un relato irregular y lleno de momentos poco inspirados. Ahora, con ‘Gladiador II’, Scott parece haber tocado fondo.
Un fracaso épico: La fórmula gastada de Gladiador II
Con un presupuesto que triplica al de la película original, ‘Gladiador II’ se presenta como una secuela innecesaria, ubicada 16 años después de los eventos de la primera parte. La historia nos traslada a una Roma gobernada por los emperadores gemelos Geta y Caracalla, interpretados respectivamente por Joseph Quinn y Fred Hechinger, quienes solo sirven como antagonistas clichés. La trama gira en torno a Lucio (Paul Mescal), un personaje que, carente de carisma y complejidad, emprende un camino de venganza tras una batalla inicial que carece de impacto y emoción.
La promesa de una gran batalla épica, algo que la original supo manejar de forma excepcional, se queda corta. La escena se presenta como algo mecánico, incluso rutinaria, con un exceso de sangre gratuita que no logra perturbar al espectador ni añadir intensidad dramática. La secuencia inicial establece el tono general de la película: aburrimiento disfrazado de grandiosidad.
Un guion predecible y unos personajes desdibujados
El guion, escrito por David Scarpa, es uno de los mayores fallos de la película. La narrativa resulta predecible y carente de originalidad, con una trama tan superficial que deja al espectador sin ningún tipo de conexión emocional con los personajes. La construcción de los personajes es plana, carentes de la complejidad moral y psicológica que caracterizó a la primera parte. Incluso los momentos supuestamente emotivos resultan forzados y carentes de sinceridad. El desarrollo de la historia no nos presenta conflictos internos ni nos adentra en la psicología de los protagonistas, relegando los personajes a simples títeres dentro de un sistema narrativo fallido.
Este problema se extiende a toda la trama, la cual parece avanzar de forma mecánica, con escenas que se suceden sin que realmente contribuyan a un argumento que resulta poco atractivo. No hay ni desarrollo de personajes que logre mantener la atención, ni una trama original o estimulante.
Un elenco estelar, pero desperdiciado
La presencia de actores de gran talento como Denzel Washington, Pedro Pascal y Connie Nielsen en el reparto no logra salvar a ‘Gladiador II’. Paul Mescal, en el papel principal, resulta una elección cuestionable, incapaz de proyectar la rabia y la determinación necesarias para un personaje tan complejo como Lucio. Su actuación es plana y sin energía, haciendo que el protagonista carezca de fuerza y carisma, algo que es crucial para llevar la película adelante.
En cuanto a Washington, su actuación está lejos de ser memorable. Su interpretación resulta grandilocuente, pretenciosa y a ratos incluso irritante, robando el foco y desentonando con el resto del reparto. El personaje de su madre, interpretada por Connie Nielsen, parece tan desdibujado e irrelevante que contribuye a debilitar más la trama y las relaciones que deberían sostenerla. Los emperadores Geta y Caracalla se presentan como simples caricaturas, demasiado inverosímiles para generar alguna simpatía o interés por parte de la audiencia.
La dirección de Scott y el fallo en el espectáculo visual
Irónicamente, la película más ‘épica’ en términos de producción e inversión es también la menos atractiva a nivel visual. El uso de efectos especiales resulta artificial y carente de originalidad, haciendo que las escenas del Coliseo romano se sientan desangeladas y sin vida. Scott, reconocido por sus logros visuales, en esta oportunidad deja una obra deficiente con momentos poco inspirados. Las tomas aéreas, por ejemplo, no solo carecen de belleza, sino que en muchos casos resultan torpes y carentes de dinamismo, frustrando cualquier intento de generar esa sensación épica tan necesaria para una producción de este calibre.
El trabajo de fotografía de John Mathieson no logra compensar las carencias de la dirección. La iluminación parece plana, desprovista de la intensidad dramática necesaria, y carente de detalles que hagan destacar la época en que sucede la historia. En resumen, el espectáculo visual de ‘Gladiador II’ falla en prácticamente todos los aspectos. La película se ve barata y poco ambiciosa, algo completamente impropio para un director con la experiencia y el talento de Scott.
Un capítulo olvidado en la historia de Ridley Scott
‘Gladiador II’ es un ejemplo claro de cómo una buena idea, en este caso una secuela de una película de culto, puede ser arruinada por una mala ejecución. El guion predecible, los personajes desdibujados, el reparto desaprovechado y la falta de dirección y creatividad a nivel visual hacen de esta película una experiencia profundamente decepcionante.
La película no logra rescatar ni el legado de la original ni tampoco hacer algo nuevo o interesante con la idea, lo que genera que esta secuela resulte insulsa, vacía e innecesaria. Es un capítulo oscuro en la filmografía de Ridley Scott, una prueba más de su inconstancia, pero sobre todo una pérdida de tiempo y dinero para aquellos que esperaban ver una película a la altura del nombre que la respalda.