El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), pilar fundamental de la innovación y el desarrollo del sector agropecuario argentino, se encuentra en el centro de una controversia que pone en tela de juicio su futuro. El gobierno nacional, enarbolando la bandera de la “modernización”, ha implementado una serie de medidas que, según denuncian trabajadores y expertos, podrían desmantelar años de investigación y avances científicos. Recortes presupuestarios, venta de terrenos y reducción de personal son algunas de las decisiones que han generado una ola de indignación y preocupación en la comunidad científica y en el sector agropecuario.
El INTA: Un motor de la economía argentina bajo amenaza
El INTA, creado en 1956, ha sido clave en el desarrollo del sector agropecuario argentino. Sus investigaciones y desarrollos tecnológicos han permitido aumentar la productividad, mejorar la calidad de los productos y generar un impacto positivo en la economía nacional. Un estudio del propio Instituto de Economía del INTA demostró que la tasa interna de retorno de la inversión en el organismo es del 14%, lo que significa que cada peso invertido genera un retorno significativo para el país.
A lo largo de décadas, el INTA ha impulsado la creación de nuevas variedades de semillas, el mejoramiento genético animal, el desarrollo de prácticas agrícolas sostenibles y la transferencia de tecnología a productores. Gracias a su trabajo, el sector agropecuario argentino ha logrado aumentar su productividad en un 175% en los últimos cincuenta años. Estos avances han permitido al país consolidarse como un importante productor y exportador de alimentos, generando divisas y empleos.
Sin embargo, este panorama de logros y contribuciones se ve amenazado por las políticas del actual gobierno. El discurso oficial, que acusa al INTA de ineficiencia y despilfarro, busca justificar un plan de ajuste que incluye recortes presupuestarios, la venta de dos propiedades del organismo y la reducción de personal. Estas medidas, lejos de modernizar el INTA, podrían paralizar sus investigaciones, afectar la transferencia de tecnología a los productores y debilitar la capacidad del sector agropecuario para afrontar los desafíos del futuro.
Recortes que ponen en riesgo el futuro del agro
El gobierno argumenta que el INTA gasta el 90% de su presupuesto en salarios, justificando así la necesidad de reducir personal. Sin embargo, datos del gremio del personal del INTA (APINTA) y de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) desmienten esta afirmación, señalando que el porcentaje real es del 76%. Héctor Espina, ex director del organismo, explica que este porcentaje es normal en una institución dedicada a la investigación, ya que requiere personal altamente calificado.
Más preocupante aún es el recorte presupuestario que sufre el INTA. Según la ley, al organismo le corresponde el 0,45% de las importaciones y el 31,3% de la tasa de estadística, lo que sumaría un potencial de 550.000 millones de pesos anuales. Sin embargo, el presupuesto asignado para 2024 es de tan solo 230.220 millones de pesos, menos de la mitad de lo que le corresponde por ley. Espina denuncia que estos fondos, además, no siempre llegan al INTA, ya que son retenidos por el Tesoro para otros fines.
La falta de recursos impide al INTA invertir en proyectos productivos y tecnológicos, desaprovechando su potencial para generar innovación y desarrollo en el sector agropecuario. Mientras el gobierno habla de “modernización”, el INTA se ve obligado a reducir sus actividades, vender sus terrenos y despedir a su personal.
El INTA no solo investiga y desarrolla nuevas tecnologías, sino que también las transfiere a empresas privadas, impulsa el desarrollo de sistemas de manejo sostenible, y capacita a pequeños y medianos productores. Gracias al INTA se han evitado pérdidas económicas millonarias y se ha fortalecido el comercio exterior agrícola.
Las nuevas variedades de cultivos adaptadas al cambio climático, el fortalecimiento del comercio exterior, los programas de capacitación para productores, los proyectos de bioenergía y la agricultura regenerativa son solo algunos ejemplos del trabajo del INTA que están en riesgo por la falta de apoyo del gobierno.
La movilización en defensa del INTA
Frente a esta situación, los trabajadores del INTA se movilizaron el 28 de noviembre para defender la institución y denunciar el desmantelamiento de la innovación agropecuaria. Advierten que sin los recursos necesarios, el sector agropecuario argentino perderá competitividad a nivel internacional.
Héctor Espina resalta el papel estratégico del INTA en la economía nacional: “no solo mejora la productividad del agro; también contribuye a la soberanía tecnológica y al desarrollo de las comunidades rurales”. Cada avance tecnológico, cada proyecto de extensión, demuestra que el INTA es un motor de rentabilidad para el país.
La defensa del INTA es la defensa de la innovación, del desarrollo agropecuario y del futuro de Argentina. Es hora de que el gobierno escuche las voces de los trabajadores, de los científicos y de los productores, y revierta las políticas que ponen en peligro a una institución clave para el país.
El desmantelamiento del INTA no es un hecho aislado, sino que se enmarca en una política de ajuste que afecta a diversos sectores del Estado. Se busca reducir el gasto público sin importar las consecuencias a largo plazo para el desarrollo del país. Es fundamental que la sociedad se movilice para defender las instituciones que son pilares de la soberanía y el progreso nacional.