El edificio que alberga los icónicos murales de Evita Perón en la Avenida 9 de Julio, en Buenos Aires, se encuentra en el centro de una polémica que enfrenta la decisión del gobierno de demolerlo con la opinión del artista creador de la obra, Alejandro Marmo. Esta situación plantea interrogantes sobre el futuro del arte público y la conservación del patrimonio cultural de la ciudad.
El dilema del Gobierno: costos y tránsito
Según declaraciones del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, está evaluando el futuro del edificio. Las razones que se barajan se centran principalmente en el alto costo de funcionamiento del inmueble, sumado a un estado de deterioro considerable. Francos destacó que el edificio “no solamente está en malas condiciones, sino que además entorpece el tránsito dentro de una avenida central de la ciudad.”
Esta postura del gobierno deja entrever una priorización de cuestiones prácticas, como la eficiencia económica y la fluidez del tránsito, por sobre la preservación de una obra artística que se ha convertido en un símbolo para muchos.
La visión del artista: un nuevo comienzo para las Evitas
Alejandro Marmo, el artista detrás de los murales, ofrece una perspectiva diametralmente opuesta a la del gobierno. En lugar de la demolición, propone desmontar las obras y reubicarlas. Esta idea surge de su interpretación del arte como una constante evolución y transformaci�n. Para Marmo, el desmonte no representaría una p�rdida, sino un nuevo cap�tulo en la historia de la obra.
En entrevistas con diferentes medios, Marmo ha expresado su creencia de que, una vez desmantelados, las gigantescas figuras de Eva Perón iniciarían un nuevo viaje por el conurbano, llevando el arte a zonas periféricas y compartiendo su mensaje en un contexto distinto. Asegura que este proceso aumentaría el impacto social y cultural de la obra, incluso más allá de su posición actual sobre la 9 de Julio.
El edificio MOP: historia y controversia
El edificio en cuestión, conocido como el edificio MOP (Ministerio de Obras Públicas), data de 1936 y fue declarado Monumento Histórico Nacional en 2002. Este hecho añade un nuevo nivel de complejidad a la situación, pues su demolición significaría la destrucción de un inmueble con valor histórico y arquitectónico.
A lo largo de los años, el edificio ha sido escenario de diversas manifestaciones políticas y culturales. Su ubicación privilegiada en la Avenida 9 de Julio lo ha convertido en un punto focal, no sólo por su tamaño e importancia arquitectónica, sino también por las obras de arte que alberga, que lo transforman en un espacio de expresión y memoria colectiva. El debate, por lo tanto, va más allá de la simple evaluación económica y planificación urbanística.
Más allá del costo: patrimonio cultural y memoria
La posible demolición del edificio suscita una discusión más amplia sobre el valor del patrimonio cultural y la memoria colectiva. Para muchos, los murales de Evita representan un hito icónico en la historia urbana, política y social de Buenos Aires, y su p�rdida seria irreparable. Trascienden su función puramente estética y se han convertido en una representación cultural.
El debate sobre la demolición del edificio no se limita al aspecto económico o a las complicaciones de tránsito, sino que también expone la tensión entre modernización urbana, necesidades financieras y preservación del patrimonio cultural y la memoria histórica. Este caso abre un debate más amplio sobre la manera en que se gestiona y valora el patrimonio histórico y cultural de una ciudad.
El futuro de las Evitas: un debate abierto
La decisión final sobre el destino del edificio y los murales de Evita permanece abierta. Si bien el gobierno ha manifestado su interés en la demolición por razones de costo y logística, la posición de Marmo y el debate público que se ha generado muestran la complejidad de la situación. No solo están en juego consideraciones económicas, sino también cuestiones patrimoniales, artísticas y sociales que trascienden la decisión puramente pragmática.
En este punto, la opinión pública juega un papel crucial. El debate se centra en la necesidad de ponderar adecuadamente los diferentes valores en juego: la eficiencia económica frente a la preservación del patrimonio cultural y artístico. Solo con un análisis exhaustivo y un diálogo inclusivo se podrá alcanzar una solución que respete la historia, la cultura y las necesidades presentes y futuras de Buenos Aires.