La reciente decisión del ministro de Economía, Luis Caputo, de reducir las retenciones a las exportaciones agrícolas con el objetivo de impulsar la liquidación de dólares y fortalecer las reservas del Banco Central ha generado un efecto contrario al esperado. La medida, que buscaba incentivar a los productores a vender sus cosechas, se ha visto diluida por la caída de los precios internacionales de los granos y la incertidumbre generada en el mercado cambiario. Esta situación ha puesto al gobierno en una encrucijada, especialmente en sus negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que exige una rápida recomposición de las reservas.
El fracaso del Plan B de Caputo y la escasez de dólares
El plan de Caputo, conocido como “Plan B”, se basaba en la premisa de que la reducción de las retenciones, junto con un tipo de cambio más competitivo, alentaría a los productores agropecuarios a liquidar sus cosechas, generando un ingreso masivo de dólares. Sin embargo, la realidad ha demostrado lo contrario. La liquidación de divisas ha sido mínima, apenas US$ 150 millones en la última semana, una cifra insignificante en comparación con las necesidades del país.
La caída de los precios internacionales de la soja, el principal producto de exportación de Argentina, ha neutralizado el efecto positivo de la baja de retenciones. A esto se suma la incertidumbre generada por el plazo de liquidación de 15 días impuesto por el gobierno, que ha desincentivado la venta anticipada de la cosecha gruesa 2024/2025. Los productores, además, desconfían de que la mejora en los precios llegue a sus manos, y sospechan que quedará en manos de otros actores de la cadena de comercialización.
Según Portfolio Personal Inversiones (PPI) la reducción de retenciones no ha sido lo constructiva que esperaban los exportadores y que la liquidación del agro iría en consonancia con la estacionalidad
Las presiones del FMI y la encrucijada del Gobierno
La falta de resultados del Plan B ha aumentado la presión sobre el gobierno en sus negociaciones con el FMI. El organismo internacional ha reiterado su rechazo al “dólar blend” y exige un esquema cambiario que asegure una rápida recomposición de las reservas. La intervención del Banco Central en el mercado cambiario para contener la brecha entre el dólar oficial y los dólares financieros ha consumido una cantidad significativa de reservas, estimada entre US$ 800 y US$ 1.000 millones en enero.
El FMI insiste en la necesidad de un tipo de cambio más flexible que fomente las exportaciones y permita al Banco Central acumular reservas. Sin embargo, el gobierno se resiste a modificar el esquema cambiario actual, argumentando que el tipo de cambio fijo es un ancla para la inflación y que la estabilidad cambiaria genera expectativas positivas.
Esta discrepancia en el enfoque cambiario es uno de los principales obstáculos para alcanzar un acuerdo con el FMI. Mientras el organismo presiona por una mayor flexibilidad, el gobierno argentino defiende su política de tipo de cambio fijo como herramienta para controlar la inflación. “No hay un acuerdo con restricciones a cómo intervenir en el mercado, ni lo habrá”, afirmó un director del Banco Central, dejando en claro la postura oficial.
La incertidumbre del mercado y el futuro de la economía
La falta de acuerdo con el FMI y la escasez de dólares generan incertidumbre en el mercado. Las reservas brutas del Banco Central se ubican por debajo de los US$ 30.000 millones y las reservas netas, según la metodología del FMI, son negativas en US$ 10.140 millones. Esta situación limita la capacidad del gobierno para intervenir en el mercado cambiario y controlar la inflación.
A pesar de las dificultades, las consultoras económicas proyectan una inflación en torno al 2% para enero, lo que indica que la política de tipo de cambio fijo ha tenido cierto éxito en contener la suba de precios. Sin embargo, la sostenibilidad de esta política en el mediano plazo es cuestionable, especialmente si no se logra un acuerdo con el FMI y se recomponen las reservas.
El Banco Central, liderado por Santiago Bausili, ha optado por reducir la tasa de interés de referencia del 32% al 29%, buscando disminuir el costo del financiamiento en pesos y estimular la actividad económica. Esta medida, sin embargo, podría generar presiones sobre el tipo de cambio si no se acompaña de un ingreso significativo de dólares.
En este contexto de incertidumbre, el gobierno argentino se enfrenta a una difícil encrucijada. Debe encontrar una solución para la escasez de dólares y recomponer las reservas del Banco Central, sin abandonar su política de tipo de cambio fijo ni ceder a las presiones del FMI por una mayor flexibilidad cambiaria. El futuro de la economía argentina dependerá en gran medida de la capacidad del gobierno para resolver este dilema.
La situación actual plantea interrogantes sobre la sostenibilidad del modelo económico argentino. La dependencia de las exportaciones agrícolas, la vulnerabilidad a las fluctuaciones de los precios internacionales y la falta de un acuerdo con el FMI son factores que generan incertidumbre y limitan el crecimiento económico. El gobierno deberá implementar medidas estructurales que diversifiquen la economía, promuevan la inversión y generen confianza en el mercado para superar esta crisis.