El cerebro humano, un órgano fascinante y complejo, ha sido objeto de innumerables estudios científicos a lo largo de la historia. Sin embargo, a pesar de los avances en neurociencia, persisten una serie de mitos e ideas erróneas que se propagan con facilidad en la sociedad. Estos “neuromitos”, como se les conoce en el ámbito científico, no solo distorsionan la comprensión del funcionamiento cerebral, sino que también pueden tener consecuencias negativas en áreas como la educación y la salud. En este artículo, desmentiremos algunos de los neuromitos más populares, basándonos en la evidencia científica y en la experiencia de investigadoras del Cono Sur.
El mito del 10% de la capacidad cerebral
Uno de los neuromitos más extendidos es la creencia de que solo utilizamos el 10% de nuestro cerebro. Esta afirmación, que ha sido popularizada por películas y libros de ciencia ficción, carece de fundamento científico. La realidad es que utilizamos la totalidad de nuestro cerebro, aunque no todas las áreas estén activas al mismo tiempo. Estudios de neuroimagen, como la resonancia magnética funcional (fMRI), demuestran que incluso las tareas más simples requieren la participación de múltiples regiones cerebrales.
La idea de que el 90% de nuestro cerebro permanece inactivo es absurda desde el punto de vista evolutivo. El cerebro, un órgano que consume una gran cantidad de energía, no habría desarrollado tal tamaño y complejidad si solo una pequeña parte fuera funcional. Además, las lesiones cerebrales, incluso en áreas pequeñas, pueden tener consecuencias devastadoras, lo que demuestra que cada región del cerebro desempeña un papel importante.
Diferencias cerebrales entre hombres y mujeres
Otro neuromito común es la idea de que existen diferencias significativas entre el cerebro de hombres y mujeres que determinan sus habilidades y comportamientos. Si bien es cierto que hay algunas diferencias anatómicas y fisiológicas entre los cerebros de ambos sexos, estas no son tan marcadas como se cree popularmente y no justifican la existencia de “cerebros masculinos” o “cerebros femeninos”. La mayor parte de las diferencias observadas en las habilidades cognitivas y los comportamientos entre hombres y mujeres se deben a factores culturales y sociales, más que a diferencias biológicas.
La neurociencia ha demostrado que la plasticidad cerebral, la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse a lo largo de la vida, es mucho mayor de lo que se pensaba anteriormente. Esto significa que las experiencias y el aprendizaje tienen un impacto profundo en la estructura y función del cerebro, independientemente del sexo. La idea de que las mujeres son naturalmente mejores en tareas verbales y los hombres en tareas espaciales es un estereotipo que no se sostiene ante la evidencia científica.
Hemisferios cerebrales: ¿lógico vs. creativo?
La creencia de que el hemisferio izquierdo del cerebro es responsable del pensamiento lógico y analítico, mientras que el hemisferio derecho se encarga del pensamiento creativo e intuitivo, es otra simplificación excesiva. Si bien es cierto que algunas funciones cerebrales están lateralizadas, es decir, se procesan preferentemente en un hemisferio, la mayoría de las tareas cognitivas complejas requieren la interacción de ambos hemisferios. La idea de que las personas son “cerebro izquierdo” o “cerebro derecho” es un mito que no refleja la complejidad del funcionamiento cerebral.
Los hemisferios cerebrales están conectados por una estructura llamada cuerpo calloso, que permite la comunicación e intercambio de información entre ambos. Esta interconexión es fundamental para el procesamiento de la información y la ejecución de tareas cognitivas complejas. La creatividad, por ejemplo, no es un proceso exclusivamente del hemisferio derecho, sino que requiere la integración de información de ambos hemisferios.
La importancia de la divulgación científica
La persistencia de los neuromitos pone de manifiesto la importancia de la divulgación científica rigurosa y accesible. Es fundamental que la información sobre el cerebro y su funcionamiento llegue al público en general de manera clara y precisa, para evitar la propagación de ideas erróneas que pueden tener consecuencias negativas. Los científicos, los educadores y los comunicadores tienen la responsabilidad de transmitir el conocimiento científico de forma comprensible y atractiva, para que la sociedad pueda tomar decisiones informadas sobre temas relacionados con la salud y la educación.
En el Cono Sur, investigadoras como Valeria Abusamra, Analía Arévalo y Montserrat Armele, autoras del libro “Cerebro y ficción”, se han dedicado a desentrañar los neuromitos y a promover una comprensión más precisa del funcionamiento cerebral. Su trabajo, realizado a distancia entre Argentina, Brasil y Paraguay, demuestra la importancia de la colaboración científica y la divulgación del conocimiento en la región. A través de su libro, estas autoras buscan no solo desmentir mitos, sino también generar una mayor conciencia sobre la necesidad de basar las políticas públicas y las prácticas educativas en la evidencia científica.