La XXIX Cumbre Iberoamericana, celebrada en Cuenca, Ecuador, finalizó sin una declaración conjunta debido a las fuertes discrepancias entre Cuba y Argentina, marcando una profunda fractura en la región. El principal punto de conflicto radicó en la postura del gobierno argentino, liderado por Javier Milei, respecto al bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, la igualdad de género, y la lucha contra el cambio climático.
La postura argentina: Un punto de inflexión
La delegación argentina, encabezada por el embajador Eduardo Acevedo, generó una considerable controversia al cuestionar la falta de discusión sobre la situación interna en Venezuela, Nicaragua y Cuba. Acevedo manifestó su preocupación por la represión política en estos países, incluyendo la crítica situación de ciudadanos venezolanos asilados en la embajada argentina en Caracas. Enfatizó la necesidad de priorizar la democracia, la seguridad y la libertad sobre agendas supranacionales consideradas de dudosa legitimidad.
Además, Argentina se opuso a varios puntos en el borrador de la declaración final relacionados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en materia de género y cambio climático. Esta negativa a suscribir acuerdos en torno a la agenda 2030, considerada por muchos como esencial para el futuro de la región, generó una fuerte tensión con el resto de los países participantes.
La respuesta cubana: Acusaciones de sumisión a Washington
Por su parte, la delegación cubana, representada por Rodolfo Benítez Verson, respondió con fuertes críticas a la postura argentina, calificándola como una sumisión a los intereses de Estados Unidos. Benítez Verson acusó a Argentina de intentar sabotear la cumbre al oponerse a puntos clave como la condena al embargo contra Cuba y los compromisos en materia de igualdad de género y lucha contra el cambio climático. Las declaraciones de Benítez fueron tajantes, tildando de “grotesco y ridículo” que Argentina pretenda dar lecciones de derechos humanos y democracia mientras se critica su gestión interna.
El representante cubano resaltó que Iberoamérica, a pesar de las objeciones argentinas, logró una posición unánime en apoyo a Cuba y en condena al bloqueo estadounidense, lo que demostraría un respaldo considerable a la postura cubana. Benítez Verson hizo hincapié en el compromiso de Cuba con la defensa de la igualdad de género y la lucha contra el cambio climático, calificando la postura argentina de “anticientífica” y de promover el “discurso de odio”.
El fracaso del consenso y sus consecuencias
La falta de consenso derivada de la confrontación entre Cuba y Argentina impidió la adopción de una declaración final común. Este hecho representa un retroceso en la cooperación iberoamericana, mostrando una profunda división ideológica y política dentro de la región. El fracaso de la cumbre en lograr un documento consensuado no solo es significativo por sí mismo, sino que también genera incertidumbres sobre el futuro de las iniciativas conjuntas en temas cruciales como la sostenibilidad ambiental y la promoción de los derechos humanos.
A pesar de la falta de una declaración final formal, varios países firmaron un documento separado reiterando su compromiso con los ODS y otros puntos que Argentina había rechazado. Esta acción pone de manifiesto el amplio consenso existente en la región, y al mismo tiempo acentúa el aislamiento en el que ha quedado Argentina en este tema específico.
Más allá de las diferencias: Malvinas como punto de encuentro
Curiosamente, a pesar del fuerte enfrentamiento en la Cumbre, Cuba reiteró su apoyo al reclamo argentino de soberanía sobre las Islas Malvinas. Este gesto, si bien no soluciona las disputas generadas en la cumbre, demuestra que las relaciones entre ambos países se mantienen sólidas en ciertos aspectos claves, dejando abierta una puerta a la futura cooperación y la resolución de los puntos de conflicto.
La postura de Benítez Verson, en este sentido, fue clara: la amistad entre ambos pueblos trasciende las diferencias ideológicas y los caprichos de un gobierno de turno. Este señalamiento, en cierto modo, refuerza la idea de que las tensiones generadas no necesariamente representan la opinión mayoritaria de la población argentina.
El futuro de la cooperación iberoamericana en incertidumbre
La situación generada en la cumbre plantea interrogantes sobre el futuro de la cooperación iberoamericana. El fracaso en alcanzar un consenso genera un precedente negativo y cuestiona la eficacia del organismo para lograr acuerdos sobre temas trascendentales para la región. Será crucial observar cómo se desarrolla la relación entre Cuba y Argentina en el futuro y el impacto que esto tendrá en la dinámica regional.
La falta de un pronunciamiento conjunto sobre temas relevantes, como el cambio climático y la igualdad de género, podría obstaculizar los esfuerzos de cooperación y acciones concretas para abordar estos desafíos globales. Resta esperar cómo se abordará este conflicto en las futuras cumbres para intentar revertir esta situación y fortalecer la unidad regional.