El fútbol, pasión de multitudes, escenario de alegrías y tristezas, se tiñó de tragedia en un partido amateur en Rosario. Pedro Gutiérrez, de 67 años, lucha por su vida tras una brutal agresión que lo dejó cuadripléjico. La violencia desmedida en la cancha del Club Junín, en Villa Gobernador Gálvez, nos obliga a reflexionar sobre los límites del deporte y la necesidad de erradicar la agresividad que empaña la esencia misma del juego.
Una pasión convertida en pesadilla
El pasado 11 de enero, durante un partido de fútbol amateur, la vida de Pedro Gutiérrez cambió para siempre. Un rival, identificado como Francisco Alberto A., alias “Pancho”, de 65 años, lo agredió brutalmente, dejándolo en el suelo sin posibilidad de defenderse. La golpiza, propinada con saña inusitada, causó un traumatismo raquimedular en la región del cuello que lo dejó cuadripléjico e incapaz de respirar por sus propios medios.
Marisol, hija de Pedro, compartió con el medio local El Tres el desgarrador relato de la lucha de su padre por sobrevivir. “Sigue en terapia intensiva, el miércoles le hicieron una traqueotomía, pero no está bien. No puede respirar por sus propios medios y no lo va a poder hacer. No tiene movilidad en brazos ni piernas. Abre los ojos, escucha, pero no sé si entiende, si nos reconoce”, expresó con angustia. La incertidumbre sobre su futuro y la gravedad de las lesiones mantienen en vilo a familiares y amigos, quienes claman por justicia.
La detención del agresor: un atisbo de justicia
Tras la brutal agresión, Francisco Alberto A. se mantuvo prófugo de la justicia. Sin embargo, la justicia finalmente logró detenerlo en la sede de Prefectura Naval Argentina (PNA) en Rosario. El agresor se presentó para realizar un trámite relacionado con su libreta de embarco, ignorando que pesaba sobre él un pedido de captura emitido por el fiscal Patricio Saldutti. La detención de “Pancho” abre la posibilidad de que se haga justicia y que el responsable de tan terrible acto pague por sus acciones.
El caso de Pedro Gutiérrez conmocionó a la sociedad rosarina y reavivó el debate sobre la violencia en el fútbol amateur. Las canchas, concebidas como espacios de recreación y sana competencia, se han convertido en ocasiones en escenarios de agresiones que ponen en riesgo la integridad física de los jugadores. La falta de controles y sanciones ejemplares, así como la naturalización de la violencia en algunos sectores de la sociedad, contribuyen a que estos hechos se repitan con demasiada frecuencia.
¿Un deporte o una batalla campal?
Este lamentable episodio no es un hecho aislado. En noviembre del año pasado, otro enfrentamiento entre jugadores de dos equipos de una liga amateur en Rosario dejó a un futbolista inconsciente y hospitalizado, además de varios heridos. La violencia en el fútbol amateur es un problema que se repite con alarmante frecuencia, poniendo en evidencia la necesidad de tomar medidas urgentes para prevenir y sancionar este tipo de agresiones.
Es crucial que las autoridades deportivas, los clubes y los propios jugadores asuman la responsabilidad de erradicar la violencia de las canchas. Se deben implementar medidas de seguridad más estrictas, sancionar con severidad a los agresores y promover una cultura de respeto y fair play entre los participantes. El fútbol amateur debe ser un espacio de encuentro y camaradería, no un campo de batalla donde se pone en riesgo la vida de las personas.
Justicia para Pedro y un llamado a la reflexión
El caso de Pedro Gutiérrez nos conmueve e indigna. Su vida, truncada por la violencia desmedida de un rival, nos llama a la reflexión como sociedad. No podemos permitir que la pasión por el fútbol se transforme en un pretexto para la agresión y la barbarie. Es hora de decir basta a la violencia en el deporte y construir una cultura de paz y respeto en las canchas y fuera de ellas. Justicia para Pedro y para todas las víctimas de la violencia en el fútbol amateur.
La familia de Pedro Gutiérrez necesita nuestro apoyo en estos momentos difíciles. Además de la justicia, que debe actuar con celeridad y contundencia, es fundamental que la sociedad se solidarice con la víctima y su familia. Se han organizado colectas para ayudar a cubrir los gastos médicos y de rehabilitación, una muestra de la solidaridad que nace ante la tragedia. El camino hacia la recuperación será largo y arduo, pero la fuerza del espíritu humano y el apoyo de la comunidad pueden marcar la diferencia.