La semana financiera argentina estuvo marcada por tres números clave que dibujan un panorama complejo pero a la vez esperanzador: 2,7%, 1% y 33 días. Estos datos, aunque aparentemente dispares, ofrecen una radiografía de la situación económica del país, entremezclando señales de calma con desafíos persistentes.
Inflación en baja: ¿Un respiro en el horizonte?
El dato de inflación de octubre, con un aumento del 2,7%, generó expectativas positivas tanto en el gobierno como en analistas externos. Si bien la inflación sigue siendo alta, esta cifra representa una desaceleración en comparación con meses anteriores. Esta tendencia sugiere que las medidas implementadas podrían estar comenzando a surtir efecto, aunque es demasiado pronto para cantar victoria. Se necesitará monitorear los próximos meses para confirmar si esta es una tendencia sostenida.
La baja en la inflación alivia la presión sobre el poder adquisitivo de los ciudadanos y crea un entorno económico más predecible. Sin embargo, no debe confundirse esta desaceleración con la resolución del problema inflacionario, el cual requiere un abordaje profundo y a largo plazo.
El ritmo de devaluación: un 1% como objetivo
El presidente Javier Milei ha anticipado la posibilidad de reducir el ritmo de devaluación del peso argentino del 2% al 1% en el corto plazo. Esta decisión, si se lleva a cabo, buscaría estabilizar aún más el mercado cambiario y evitar una depreciación acelerada de la moneda, que puede alimentar la inflación. No obstante, la implementación de una devaluación a un ritmo más lento puede presentar desafíos significativos.
La sostenibilidad de un ritmo de devaluación tan moderado dependerá de múltiples factores, incluyendo la capacidad del gobierno para aumentar las reservas del Banco Central, controlar la presión de mercado y asegurar un flujo constante de divisas. La clave estará en mantener un equilibrio delicado entre la estabilidad cambiaria y el acceso a financiamiento externo.
El Banco Central y las reservas: 33 días comprando dólares
Durante 33 días consecutivos, el Banco Central argentino actuó como comprador neto de dólares en el mercado. Si bien esto parece una buena noticia, es fundamental analizar el contexto. A pesar de estas compras, las reservas netas del Banco Central permanecen en territorio negativo, en el orden de los US$ 6.000 millones.
Esta situación refleja la necesidad del gobierno de cumplir con los vencimientos de deuda externa sin la posibilidad de refinanciamiento. Para evitar una crisis cambiaria, el Banco Central debe continuar comprando dólares para satisfacer estos pagos, lo que implica un costo considerable y una presión significativa sobre las reservas. Además, el gobierno se enfrenta a la tarea de comprar alrededor de US$ 3.000 millones adicionales antes de fin de año para hacer frente a vencimientos de comienzos de 2025.
Perspectivas y desafíos
A pesar de la persistente falta de dólares y las reservas negativas, el panorama no parece tan sombrío como hace cinco meses. La entrada de más de US$ 20.000 millones a través del blanqueo de capitales, sumado a la expectativa de financiamiento adicional del FMI bajo la potencial administración de Trump, contribuyeron a mitigar la tensión en el mercado cambiario.
El hecho de que compañías privadas hayan logrado colocar US$ 4.000 millones en deuda demuestra la creciente confianza de los inversores en la estabilidad de la economía argentina. Este optimismo, sin embargo, no debe oscurecer los desafíos que persisten. El gobierno debe diseñar estrategias para aumentar las reservas del Banco Central de manera sostenible sin recurrir a una devaluación abrupta que podría desestabilizar el mercado.
El futuro económico: un panorama complejo
El ‘dólar blend’, que canaliza el 20% de las exportaciones al mercado libre, restando esos dólares al Banco Central, sigue vigente y es un elemento a tener en cuenta. La intervención del ministro Caputo en el mercado para controlar el CCL (dólar contado con liquidación) ha resultado fundamental para estabilizar el tipo de cambio y contener la inflación, especialmente en los alimentos. Sin embargo, no está claro si esta estrategia de atraso cambiario será sostenible en el largo plazo.
Consultan como Quantum, Outlier y 1816 destacan el significativo reposicionamiento de los inversores en activos financieros argentinos. El Merval, medido en dólares libres, ha subido un 164% desde septiembre de 2023, mientras que el precio de la deuda soberana ha aumentado en un 140%, pasando de US$ 27 a US$ 66 por cada US$ 100. Si bien el mercado celebra estos datos, es fundamental seguir de cerca la evolución del nivel de crédito del sistema financiero para predecir y gestionar cualquier eventual riesgo
El crecimiento de los préstamos en pesos al 20% mensual y los destinados a empresas al 10% por mes refleja el dinamismo de la economía, pero también plantea desafíos a mediano y largo plazo.
En resumen, la semana financiera argentina presentó un panorama matizado. Si bien hay señales de esperanza con la disminución de la inflación y el optimismo de los inversores, las reservas negativas y la necesidad de cumplir con vencimientos de deuda siguen siendo desafíos que requieren una estrategia financiera prudente y medidas eficaces para asegurar la estabilidad económica del país.