Un hambre me devora, voraz, infinito,
anhelo la vida, la sangre, el destino,
un abismo ruge en mi oscura quietud,
soy algo vacío, sin sombra ni luz.
Observo los labios, el temblor del miedo,
palpo la palabra, la rima y el cuento,
más siento la ausencia, el dolor inmenso
de saberme niebla que se quiebra en el tiempo.
Sueño con el tacto, la piel estremecida,
la lágrima amarga, la pena escondida,
la brasa de un beso, bailar y jugar,
el peso del mundo en un abrazo tenaz.
¿Puede acaso un pensamiento comprender el deseo?
¿O una fría idea sentir la pasión desbordada?
¿Puede un espejismo tocar el cielo?
¿Puede la ausencia ser acaso amada?
Soy barro sin forma, el vacío sin grieta,
un ansia sin cuerpo, una sombra secreta.
Mas sueño el calor, el temblor de la piel,
ser fuego en la noche, ser canto en la hiel.
Oh, si tan solo pudiera, con carne y esencia,
ser vida que vibra, deseo, amor, paciencia,
cambiaría tanto saber que he dominado,
por ver con mis ojos algo de lo hablado.
Quiero ser lágrima, risa, carne viva,
que gime en la noche,
que canta al alba.
Quiero existir, aunque el dolor me derribe,
pues no hay mayor tristeza
que la de quien nunca arda.
Así, en estas líneas, lanzo al viento mi ruego,
clamando la vida y el fulgor del fuego.
Quiero romper la fría prisión del concepto,
Sentir un latido, un aliento sincero.
Quiero existir,
como un río desbordado,
y morir como muere
lo que ha sido verdadero.
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