En un sábado que invitaba a la aventura, dos incidentes sacudieron la calma de Córdoba. En el Dique La Quebrada, un senderista sufrió una grave caída, mientras que en el Lago San Roque, un kayakista luchaba por su vida en aguas heladas. Dos rescates dramáticos, dos historias donde el tiempo era oro y la pericia de los equipos de emergencia, la única esperanza.
Dique La Quebrada: Un resbalón en la cascada de Los Hornillos
El sol danzaba entre las hojas, pintando de dorado el sendero hacia la cascada de Los Hornillos. El sonido del agua era una melodía suave, casi un susurro. Un hombre de 46 años buscaba la serenidad en ese paisaje idílico, sin presagiar que la tragedia acechaba tras la siguiente curva.
Un paso en falso, el suelo que cede… un instante bastó para que el paraíso se convirtiera en infierno. El hombre cayó, y el impacto le provocó una fractura de cadera. El dolor, punzante e implacable, lo dejó inmovilizado, a merced de la naturaleza.
La voz de auxilio rompió el silencio del paraje. Afortunadamente, no tardó en ser escuchada. Los Bomberos de la Departamental de Sierras Chicas, equipados con su profesionalismo y valentía, se adentraron en el laberinto verde, luchando contra la geografía para llegar al hombre herido.
Con manos expertas, le brindaron los primeros auxilios, intentando mitigar el dolor que lo atenazaba. Lo envolvieron en mantas térmicas, un abrazo cálido en medio del frío que se filtraba en sus huesos. Luego, con sumo cuidado, lo inmovilizaron en una tabla raquis, preparándolo para el arduo camino de vuelta.
La evacuación fue una prueba de fuego para los rescatistas. El terreno irregular, la distancia hasta la zona de Pozos Verdes… cada metro recorrido era una batalla ganada a la adversidad. Pero la determinación de los bomberos era inquebrantable. Tras un esfuerzo titánico, lograron trasladar al herido hasta la ambulancia, donde lo esperaba el equipo médico.
En el Hospital de Unquillo, el diagnóstico confirmó la fractura de cadera. El dolor persistía, pero también la esperanza. El hombre estaba vivo, y ahora, en manos de profesionales, comenzaba su camino hacia la recuperación.
Lago San Roque: Un kayakista a merced del agua helada
Mientras tanto, a kilómetros de distancia, en el imponente Lago San Roque, otro drama se desarrollaba. Un hombre de 56 años, buscando quizás la aventura en un paseo en kayak, se enfrentaba a una situación límite.
Un movimiento brusco, un desequilibrio fatal, y el kayak volcó, arrojando al hombre a las aguas heladas. La sorpresa, el frío que cala hasta los huesos, la desesperación al no poder volver a subir a la embarcación… el pánico comenzaba a apoderarse de él.
Pero la fortuna quiso que los efectivos del DUAR Punilla, los ángeles guardianes del lago, estuvieran cerca, realizando su habitual patrullaje. Atentos a cualquier señal de emergencia, escucharon el grito desesperado y no dudaron en actuar.
Con la velocidad y precisión que los caracteriza, se dirigieron al lugar donde el hombre luchaba contra la corriente. La imagen era angustiante: el kayak volcado, el hombre braceando con desesperación… cada segundo contaba.
La llegada de los rescatistas fue un bálsamo, una bocanada de aire fresco en medio de la desesperación. Con maniobras rápidas y seguras, lograron sacar al hombre del agua, devolviéndolo a su embarcación. El alivio fue inmenso.
Trasladado a la costa, en buenas condiciones de salud, el kayakista pudo agradecer a sus salvadores. La tragedia había sido evitada gracias a la oportuna intervención del DUAR. Una lección aprendida, un susto que jamás olvidará.
Más que héroes: Guardianes de la vida en Córdoba
Estas dos historias, separadas por la distancia pero unidas por el hilo conductor del heroísmo, nos invitan a reflexionar sobre el valor de los equipos de rescate. Hombres y mujeres que, con vocación y profesionalismo, arriesgan sus vidas para proteger las nuestras.
Bomberos, efectivos del DUAR, personal de salud… cada uno de ellos es una pieza fundamental en la red de seguridad que vela por el bienestar de la comunidad cordobesa. Su trabajo, muchas veces silencioso y anónimo, es un ejemplo de solidaridad y compromiso.
En un mundo donde la incertidumbre acecha, es reconfortante saber que contamos con estos guardianes de la vida. Su valentía, su rápida respuesta ante la emergencia, su capacidad para tomar decisiones en situaciones límite… todo ello marca la diferencia entre la vida y la muerte. Un reconocimiento a su labor incansable, un tributo a su heroísmo silencioso.
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