La cumbre del G20 en Río de Janeiro concluyó con una declaración final que refleja un consenso notable en la lucha contra la desigualdad y el compromiso con el desarrollo sostenible. Sin embargo, las negociaciones estuvieron marcadas por fuertes tensiones en torno a la redacción de los apartados sobre la guerra en Ucrania y el conflicto en Gaza.
Consenso en la lucha contra la desigualdad
Los líderes del G20 lograron un acuerdo unánime sobre la necesidad de implementar medidas concretas para reducir la desigualdad global. El documento final destaca la importancia de un crecimiento económico inclusivo y sostenible, y la necesidad de abordar la pobreza y el hambre en todas sus formas. Se mencionó la creación de una Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, una iniciativa que busca conectar a países donantes con beneficiarios para la adopción de políticas sociales que contribuyan a erradicar el hambre hasta 2030. Esta iniciativa, impulsada por Brasil, tuvo una adhesión masiva por parte de varios países miembros.
Adicionalmente, se mencionó la necesidad de avanzar en las discusiones para una tributación más eficaz de los individuos de mayor patrimonio líquido, incluso considerando un impuesto global a los llamados ‘súper ricos’. Aunque el texto final no propone un impuesto específico, representa un paso importante en la agenda del G20 para abordar la inequidad económica.
Tensiones por Ucrania y Gaza: un lenguaje ambiguo
A pesar del consenso en temas económicos y sociales, las negociaciones estuvieron marcadas por intensas discusiones sobre la redacción de los apartados dedicados a los conflictos en Ucrania y Gaza. Países europeos presionaron por un lenguaje más contundente contra Rusia por su invasión a Ucrania. De hecho, horas antes de la cumbre, Rusia perpetró la mayor ofensiva contra Ucrania en meses, afectando la infraestructura energética del país.
El texto final, sin embargo, evitó condenar explícitamente a Rusia, optando por un llamado general a la paz. Esta formulación, aunque criticada por algunos, permitió alcanzar un consenso. Similares tensiones se dieron con el conflicto entre Israel y Palestina, buscando un lenguaje que evitara alienar a ningún miembro y que pudiera generar un espacio de acercamiento entre las partes en conflicto.
La posición de Argentina
El presidente argentino, Javier Milei, expresó su disconformidad con algunos puntos de la agenda 2030, particularmente con respecto a los temas de género y la visión del conflicto en Medio Oriente, expresando una fuerte defensa de Israel. Sin embargo, optó por no bloquear el consenso y finalmente firmó la declaración. Sus disidencias fueron comunicadas verbalmente al presidente brasileño, Lula da Silva, una maniobra que permitió conservar la unidad del grupo.
Esta situación pone en relieve las complejidades del G20 para generar consensos cuando existen posiciones encontradas entre sus miembros en cuanto a temas de política internacional, particularmente en momentos de alta tensión global. La postura argentina es un ejemplo de los múltiples y complejos intereses políticos que hay que conjugar al momento de emitir declaraciones conjuntas de alto nivel político.
Un triunfo diplomático para Brasil
La presidencia brasileña del G20 considera la declaración final como un triunfo diplomático. La capacidad de Brasil de lograr un consenso en un contexto internacional altamente polarizado es importante para demostrar el liderazgo diplomático de la región. El éxito en alcanzar un consenso en temas tan sensibles y controvertidos se debe, en gran parte, a la experiencia diplomática de Brasil y su capacidad para mediar entre los distintos intereses.
Sin embargo, las negociaciones pusieron de manifiesto que el consenso puede conllevar concesiones en el lenguaje y en la contundencia de las declaraciones. La necesidad de mantener un bloque unido sobre todo en temas donde las tensiones geopolíticas son intensas, puede generar documentos más ambiguos en cuanto a la contundencia de las posturas. Este equilibrio es uno de los principales retos de la presidencia del G20.
El futuro del consenso del G20
Expertos advierten sobre la dificultad para implementar las agendas planteadas en la cumbre. Además, se espera que un potencial cambio de administración en Estados Unidos, con un eventual triunfo de Donald Trump, pueda complicar significativamente los planes para temas como el cambio climático y la reforma de las instituciones internacionales.
En conclusión, la cumbre del G20 en Río de Janeiro evidenció una gran capacidad para el consenso en asuntos relacionados con la economía y la sostenibilidad. Sin embargo, las diferencias geopolíticas aún son un gran desafío para el organismo en su labor para generar acciones concretas y contundentes en la arena internacional. El futuro dependerá de la voluntad política y de la capacidad para superar las divisiones en materia de política exterior.