El secretario general de la ONU, António Guterres, ha instado a los líderes del G20 a tomar medidas urgentes en dos frentes cruciales: la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU y la búsqueda de la paz global, incluyendo la resolución de conflictos en Ucrania, Gaza, Líbano y Sudán. Sus declaraciones, realizadas en la previa a la cumbre del G20 en Río de Janeiro, pintan un panorama complejo de negociaciones internacionales y desafíos globales apremiantes.
La necesidad de una ONU reformada
Guterres ha criticado abiertamente la estructura obsoleta del Consejo de Seguridad de la ONU, calificándola de “antigua” e “ineficiente”. Su composición, que data de 1945, refleja un orden mundial que ya no existe, con una representación desequilibrada de países europeos y la ausencia completa de naciones africanas o latinoamericanas, exceptuando una mínima prerrogativa para Brasil. Esta situación genera grandes obstáculos para abordar eficazmente los conflictos actuales y forjar consensos globales.
El secretario general argumentó que el actual sistema de vetos por parte de las cinco potencias permanentes (Estados Unidos, Inglaterra, Francia, China y Rusia) frena cualquier iniciativa significativa, condenando las negociaciones a un punto muerto. El multilateralismo, propuso Guterres, es la única vía para salir del estancamiento, ya que un enfoque más democrático e inclusivo aumentaría la capacidad de alcanzar acuerdos y asegurar su cumplimiento. Varios países, entre ellos India, Brasil, Japón y Sudáfrica, apoyan esta visión y aspiran a unirse al Consejo de Seguridad, en busca de una mayor eficacia y legitimidad en las decisiones globales.
El desafío del cambio climático
Guterres alertó sobre la urgencia de abordar el cambio climático, destacando que el año en curso es el más caluroso jamás registrado. La situación ambiental se refleja en eventos catastróficos como la sequía en la Amazonía y las graves inundaciones en el Río Grande do Sul, ejemplos de las consecuencias de la inacción global. El secretario general enfatizó la necesidad de una respuesta coordinada y efectiva de los países del G20, quienes, por su influencia y poder económico, tienen una responsabilidad innegable en la mitigación de esta amenaza global.
Argentina y la postura de Milei en el G20
Las negociaciones del G20, señaló Guterres, se presentan con varios desafíos, incluyendo las dificultades generadas por el gobierno de Javier Milei, particularmente en relación con la Agenda 2030, que prioriza el combate contra la desigualdad y el empoderamiento de la mujer. Guterres llamó a todos los países a priorizar el “buen sentido” para que la cumbre del G20 se convierta en un espacio relevante para el orden internacional, dejando de lado las posturas políticas que obstruyan la solución de problemáticas mundiales.
La respuesta del principal representante de Argentina en el G20, Federico Pinedo, a la solicitud de una entrevista fue reveladora: “Hasta que terminen las negociaciones no puedo hablar”, comentó Pinedo, reflejando la complejidad de las conversaciones previas a la declaración final y lo sensible que resulta para el gobierno argentino cualquier tipo de pronunciamiento sobre las controversiales reformas globales propuestas por el secretario general de la ONU.
El llamado a la paz global
Ante la situación de conflicto en varias regiones del mundo, Guterres reiteró el llamado a la paz en Ucrania, la Franja de Gaza, Líbano, y Sudán. Los países del G20, con su enorme influencia diplomática, tienen la capacidad de impulsar iniciativas para el cese de hostilidades y la búsqueda de soluciones pacíficas. El secretario general de la ONU afirmó que la continuidad de los conflictos representa un costo humano inmenso y que la comunidad internacional debe utilizar todos sus recursos para promover el fin de las guerras y proteger a las poblaciones civiles.
En resumen, la cumbre del G20 se enfrenta a desafíos complejos. Desde la reforma de un sistema multilateral obsoleto hasta la lucha contra la crisis climática y el fin de las guerras. Las declaraciones de Guterres subrayan la necesidad de un liderazgo responsable y una colaboración internacional efectiva para hacer frente a estas cuestiones apremiantes que determinan el futuro de la humanidad.