La reciente confirmación de la condena a Cristina Fernández de Kirchner por corrupción ha intensificado la polarización política en Argentina, acentuando el enfrentamiento entre la vicepresidenta y el presidente Javier Milei. Esta confrontación, lejos de ser casual, parece ser una estrategia calculada por ambos bandos, con sus propias ventajas y riesgos.
Las motivaciones detrás de la confrontación
Para Cristina Fernández de Kirchner, el enfrentamiento con Milei le permite consolidar su rol como principal figura de la oposición. La narrativa del “lawfare”, la persecución judicial, le otorga un estatus de mártir ante sus seguidores, movilizando el apoyo del peronismo y ampliando su base electoral.
Este discurso, aunque repetitivo, resulta eficaz políticamente. Al centrarse en la supuesta persecución judicial, se desvía la atención de las acusaciones de corrupción, logrando mantener un sector de apoyo firme y activo.
Para Milei, la confrontación es igualmente ventajosa. Se proyecta como un disruptor frente al establishment político, presentándose como la única alternativa para romper con el pasado y llevar a cabo reformas económicas radicales.
La polarización lo beneficia al concentrar el debate en su figura y la de su adversaria. A pesar de esta aparente ventaja, la decisión de intensificar esta polarización implica riesgos para ambos.
Los riesgos de la confrontación
Para Cristina Kirchner, la confrontación continua podría generar una reacción adversa en parte de la población, quienes podrían percibirla como una actitud desafiante que obvia los cargos de corrupción.
Además, la estrategia del “lawfare” podría no resultar efectiva ante la reiterada evidencia probatoria. La recurrencia a este discurso puede ser percibida como una falta de compromiso con la transparencia y la justicia, erosionando su legitimidad en sectores moderados.
Milei, por su parte, se expone al riesgo de que la polarización le impida ampliar su base de apoyo hacia sectores moderados o incluso centroizquierda. La imagen de un político confrontacional podría alejar a electores indecisos.
Además, la confrontación constante podría llevar a la subestimación de otras cuestiones importantes para la población, como el alto índice de inflación, la pobreza, la inseguridad. Desatender estos problemas podría ser contraproducente en las elecciones futuras.
El impacto en el escenario político argentino
La polarización Kirchner-Milei ha creado un clima político complejo, con escasas alternativas políticas entre ambos polos. Esta polarización, intensificada tras la condena a Cristina, podría conducir a un escenario con riesgos impredecibles para la estabilidad política y social del país.
En el corto plazo, el impacto más significativo será en las elecciones legislativas de 2025 y presidenciales de 2027. Ambas figuras utilizarán esta estrategia de confrontación para movilizar a sus bases electorales y, potencialmente, afectar el resultado electoral.
En el largo plazo, la continuidad de esta confrontación podría generar inestabilidad institucional y económica, obstaculizando el desarrollo de políticas públicas de largo alcance.
Una polarización extrema puede generar divisiones profundas en la sociedad, dificultando el consenso necesario para abordar desafíos nacionales urgentes. La búsqueda de soluciones efectivas para la economía y la sociedad argentina podría verse significativamente afectada.
un juego arriesgado
La estrategia de confrontación entre Cristina Fernández de Kirchner y Javier Milei, aunque aparentemente beneficiosa en el corto plazo, conlleva riesgos considerables para ambos y para la estabilidad política de Argentina. El futuro dependerá de la capacidad de ambos para adaptar sus estrategias políticas, abriendo espacio para un debate más amplio e inclusivo.
La sociedad argentina, cansada de la grieta, espera un cambio en el paradigma político. Una confrontación permanente que excluye las ideas alternativas solo conduce a una sociedad aún más fragmentada y sin las soluciones a los problemas que la aquejan.