El panorama político global actual se caracteriza por un auge de la derecha y el resurgimiento de discursos radicalizados que desafían los principios de la moderación y la corrección política. Este fenómeno, lejos de ser una anomalía, parece reflejar un profundo malestar social y una creciente desconfianza en las instituciones tradicionales. Este artículo analiza este contexto, tomando como ejemplos el triunfo de Trump en Estados Unidos y la situación en Argentina, para argumentar que el progresismo debe adoptar una postura más radical y opositora, abandonando las estrategias moderadas que han probado ser ineficaces.
El fracaso de la moderación: lecciones de Estados Unidos
La victoria contundente de Donald Trump en las elecciones estadounidenses de 2024 sirve como un ejemplo paradigmático del fracaso de las estrategias políticas moderadas. A pesar de una gestión de Joe Biden que en términos macroeconómicos podría considerarse la más progresista desde Lyndon Johnson, el electorado optó por un mensaje autoritario y disruptivo que apelaba a las emociones y al descontento social, dejando de lado el análisis objetivo de datos económicos positivos como el crecimiento del 3% anual, un desempleo históricamente bajo (4%), y una inflación en su punto más reducido desde 2021 (2.4%). Esta elección puso en evidencia una brecha significativa entre la percepción y la realidad, donde las expectativas de un cambio radical se impusieron sobre los resultados concretos.
El mensaje post-electoral del senador Bernie Sanders es revelador. Sus palabras “No debería sorprendernos demasiado que un Partido Demócrata que ha abandonado a la clase trabajadora descubra que la clase trabajadora lo ha abandonado a él” y “Mientras los líderes demócratas defienden el statu quo, el pueblo estadounidense está enojado y quiere un cambio” resuenan con la frustración de un sector de la población que se siente ignorado y olvidado por las políticas moderadas.
Más allá de Estados Unidos: un fenómeno global
El triunfo de Trump no es un caso aislado. En Italia, Giorgia Meloni; en Hungría, Viktor Orbán; y en Argentina, Javier Milei, representan un fenómeno global de auge de la derecha que demuestra que la ventaja del oficialismo -ese dogma incuestionable de los manuales de ciencia política que favorecía al partido en el poder- se ha desvanecido. La investigación del proyecto ParlGov, analizando datos desde 1900 hasta 2023 de 37 países pertenecientes a la OCDE y a la Unión Europea, confirma este hecho: en 2024, por primera vez en casi 120 años, los gobernantes de diez países importantes fueron derrotados por la oposición. Esto invalida la supuesta ‘ley de hierro’ de la ventaja del oficialismo y requiere una reescritura de los manuales de ciencia política.
Es importante matizar que no se trata de un simple avance de la derecha global y el retroceso del progresismo. Según María Victoria Murillo, directora del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Columbia, esto es un ‘cambio de ciclo político’ o ‘ola de recambio’, en el que la población busca nuevas alternativas independientemente de la ideología.
El caso mexicano: una estrategia exitosa
El triunfo de Claudia Sheinbaum Pardo en México contradice la tendencia global de las derrotas de los oficialismos. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador, con un índice de aprobación del 60%, logró articular una narrativa clara y efectiva, combinando programas sociales y una mejora tangible en la calidad de vida de la población. Este éxito se debe, en parte, a una estrategia comunicacional eficaz, el contacto directo con los sectores populares y la implementación de políticas como el aumento del salario mínimo (casi 120% por sobre la inflación), que trajo resultados palpables para las grandes mayorías.
El ejemplo de AMLO resalta la importancia de un mensaje político claro, directo y comprensible para la población. En contraste, las estrategias moderadas y ‘atrapatodo’ –aquellas que intentan atraer votantes de diversas ideologías- han demostrado ser ineficaces, con figuras como Fernando de la Rúa, Mauricio Macri, Daniel Scioli, Alberto Fernández, Sergio Massa y Horacio Rodríguez Larreta como ejemplos de este rotundo fracaso durante los últimos 25 años.
La necesidad de la radicalización en Argentina
En Argentina, las encuestas revelan un fuerte posicionamiento de los liderazgos abiertamente opositores al gobierno de extrema derecha de Javier Milei, por encima de las opciones moderadas. El crecimiento de figuras como Cristina Fernández de Kirchner y Axel Kicillof, según estudios de consultoras como Casa Tres y Zuban-Córdoba, es un indicio de la creciente demanda de una postura opositora decidida y contundente. Este fenómeno indica la necesidad de una estrategia política que rompa con el discurso moderado que hasta ahora ha demostrado ser insuficiente frente al auge de la derecha.
Parafraseando a Perón: ‘Radicalizar hasta que aclare’. En el contexto político actual, el camino estratégico para las oposiciones del campo popular no reside en la moderación, sino en una radicalización que permita plantear una resistencia eficaz frente a las fuerzas de la extrema derecha. Este es un llamado a un progresismo fuerte, opositor y con un mensaje claro dirigido a desenmascarar los proyectos concentradores de la derecha y mostrar con nitidez los logros alcanzados por los gobiernos populares y las ventajas de volver al progresismo.
El auge de la derecha a nivel global exige una revisión profunda de las estrategias políticas del progresismo. La moderación, en el contexto actual, se muestra insuficiente y contraproducente. El ejemplo de AMLO en México, y el crecimiento de la oposición radical en Argentina, sugieren que un cambio de paradigma es fundamental. El momento exige un progresismo con un discurso claro, opositor, y radicalizado que represente las necesidades del pueblo y plantee alternativas reales a la creciente influencia de la extrema derecha.