Hasta noviembre de 1960, “El amante de Lady Chatterley”, de D.H. Lawrence, era un libro prohibido en Gran Bretaña. La Ley de Publicaciones Obscenas penalizaba la publicación de textos considerados indecentes. Pero la editorial Penguin Books, desafiando la ley, decidió publicar una edición completa e íntegra de la novela, un acto que se convertiría en un hito en la historia de la libertad de expresión.
El Desafío a la Moral Establecida
La decisión de Penguin Books no fue arbitraria. La novela ya había sido publicada en Italia y Francia, pero su contenido explícito sobre sexo y la relación entre una mujer de clase alta y un hombre de clase trabajadora, la convertían en una pieza altamente controversial. Esta publicación en Gran Bretaña representaba un desafío directo al establishment y a sus guardianes de la moral.
El juicio subsecuente se convirtió en un símbolo de los cambios sociales que se estaban gestando tras la Segunda Guerra Mundial, reflejando la creciente brecha entre la opinión pública y las leyes que, para muchos, estaban anticuadas y reprimían la libertad de expresión.
El Contexto Legal: La Nueva Ley de Publicaciones Obscenas
En un intento de moderar las preocupaciones de escritores y editores británicos sobre la censura literaria, el Parlamento aprobó en 1959 una nueva Ley de Publicaciones Obscenas. La ley prometía proteger la literatura, pero su ambigüedad dejaba margen para interpretaciones diversas.
Esta ley ofrecía una defensa a quienes fueran acusados de publicar “libros sucios”, permitiendo argumentar que una obra, incluso con material chocante, podía tener mérito literario y justificar su publicación. Esta cláusula abrió un espacio para el debate sobre los límites de la libertad de expresión y la moral pública, lo cual se pondría a prueba con el juicio de “El amante de Lady Chatterley”.
El Amante de Lady Chatterley: Contenido y Controversia
La novela fue considerada controvertida por su retrato de una relación apasionada entre Lady Constance Chatterley y Oliver Mellors, un hombre de clase trabajadora. El uso de malas palabras, descripciones explícitas de sexo y, en especial, el énfasis en el placer sexual femenino rompieron las convenciones literarias de la época y desafiaron las normas morales.
D.H. Lawrence, el autor, explicó que quería recuperar el sexo como algo aceptable en la literatura, mostrando las relaciones sexuales como “válidas y preciosas, en lugar de vergonzosas”. Esta visión abierta sobre la sexualidad contrastaba fuertemente con las normas victorianas que aún estaban fuertemente arraigadas en la sociedad británica.
El Juicio: Un Enfrentamiento entre el Establishment y las Opiniones Liberales
El juicio de “El amante de Lady Chatterley” fue el primero bajo la nueva Ley de Publicaciones Obscenas. Penguin Books, para defenderse, presentó a una serie de testigos expertos, incluidos 35 escritores y políticos influyentes, en apoyo a la publicación de la novela. Richard Hoggart, un reconocido académico y autor, fue un testigo clave.
Por el lado de la acusación, Mervyn Griffith-Jones argumentó que el sexo en la novela era pornografía gratuita, haciendo una pregunta dirigida al jurado: ”
Cuando hayan visto el libro, pregúntense: ¿aprobarían que sus hijos e hijas lo leyeran? ¿Lo dejarían tirado en su casa? ¿Es un libro que desearían que leyeran sus esposas y criados?” Además, enumeró casi 100 usos de malas palabras en la novela, reforzando su postura moralista. El juez Byrne, en una declaración que refleja las actitudes conservadoras de la época, se refirió al precio del libro como un factor que lo hacía accesible a un público amplio.
El Veredicto y su Impacto
El 2 de noviembre de 1960, después de seis días de juicio, el jurado llegó a un veredicto unánime: Penguin Books fue declarada “no culpable”. La absolución tuvo un impacto inmediato y significativo en la sociedad británica.
La novela salió a la venta inmediatamente, y los 200.000 ejemplares preparados se agotaron en un solo día. En tres meses, el libro había vendido tres millones de copias, convirtiéndose en un bestseller y en un fenómeno cultural. El juicio, intentado para suprimir la obra, resultó en una gigantesca campaña publicitaria involuntaria que catapultó a la novela a la fama. Testimonios de libreros en la BBC, como el de un tal Donati, daban cuenta de la gran demanda y dificultad para abastecer los estantes de libros con copias de “El amante de Lady Chatterley”.
El Legado: Un Símbolo de la Libertad de Expresión
El juicio, y el veredicto favorable a Penguin Books, marcó un punto de inflexión en el panorama cultural británico. “El amante de Lady Chatterley” se transformó en un símbolo de la libertad de expresión y marcó un cambio en la forma en que se discutían temas considerados tabú en el Reino Unido. El cambio cultural es incluso expresado por el poeta Philip Larkin en su poema “Annus Mirabilis” (“Año milagroso”), vinculando el fin de la prohibición de Chatterley con el comienzo de una nueva era en la cultura popular, incluyendo la aparición de los Beatles.
El caso demostró que incluso en una sociedad tradicionalmente conservadora, la presión pública y el apoyo intelectual pueden influir en el curso de la ley, y promover un debate abierto sobre la libertad de expresión, y los límites de la censura.
El juicio de “El amante de Lady Chatterley” fue más que un proceso legal. Se convirtió en una lucha por la libertad de expresión, demostrando que a veces, la mejor forma de promocionar una obra es intentar censurarla. Su éxito, en este sentido, resonó a través de las décadas, y se mantiene como una historia inspiradora sobre el poder de la palabra escrita y el derecho a acceder a la literatura sin restricciones morales arbitrarias.