El lenguaje utilizado por el presidente argentino Javier Milei ha generado un amplio debate. Sus frases vulgares, insultos y estilo informal, que algunos consideran una estrategia de comunicación audaz, otros lo ven como una simple falta de filtro. Para comprender mejor este fenómeno, analizaremos las declaraciones del reconocido asesor político Jaime Durán Barba, quien ofrece una perspectiva única sobre la estrategia comunicacional del gobierno.
El análisis de Durán Barba: una estrategia para llamar la atención
Según Durán Barba, el lenguaje de Milei, con sus términos vulgares e imágenes impactantes, forma parte de un nuevo idioma político que trasciende las palabras y se basa en imágenes, memes y mensajes cortos, propios de la era digital. Este enfoque, asegura, busca captar la atención de un público que ya no se detiene a leer manifiestos políticos extensos. Comparándolo con estrategias anteriores de figuras como Donald Trump, el asesor político argumenta que este enfoque no es una innovación exclusiva de Milei, sino una tendencia que ya se había empezado a ver en la comunicación política en la última década.
Durán Barba destaca la similitud entre la estrategia comunicacional de Milei y la empleada previamente por Mauricio Macri. En su opinión, Macri también utilizó este estilo hasta el final de su primera presidencia. Desde esta perspectiva, el uso del lenguaje vulgar es intencional, una técnica para romper barreras y conectarse directamente con el pueblo. La eficacia de esta estrategia, según Durán Barba, es innegable: su audiencia ha respondido notablemente a su estilo.
Más allá del lenguaje vulgar: una estrategia de control de la agenda
Más allá del lenguaje en sí, Durán Barba sostiene que el gobierno de Milei utiliza escándalos y la generación de noticias constantes para controlar la agenda mediática. Este método, que ha sido estudiado y empleado por otros políticos a lo largo de la historia, busca desviar la atención pública de temas problemáticos, sustituyéndolos por discusiones superficiales o controvertidas que atrapan la atención de manera más inmediata. De esta manera se asegura que, por ejemplo, debates económicos, o problemas de corrupción, sean enmascarados por noticias más controvertidas.
El uso diario de conferencias de prensa, la frecuencia con la que se instalan nuevos temas en la agenda y el hecho de que los medios muchas veces cubran los temas que el gobierno quiere que se cubran también se suman a esta estrategia. De esta manera el gobierno establece el curso del debate público, limitando o impidiendo cualquier tipo de crítica o debate en profundidad sobre asuntos centrales. Ejemplos como el ataque a la figura de Raúl Alfonsín ilustran este punto: la controversia, aunque quizás irrelevante para muchos, sirve como una eficaz herramienta de distracción.
Otras voces y perspectivas
Otros analistas de la comunicación política ofrecen perspectivas alternativas. Mauro Becerra, director de Trench Comunicación, enfatiza la diferencia entre la comunicación electoral y la gubernamental. Becerra argumenta que mientras que durante una campaña es aceptable el uso de un lenguaje emocional, una vez en el gobierno es fundamental un enfoque de consenso que busca generar mayor comunicación entre gobernantes y gobernados. El lenguaje utilizado por Milei, en su opinión, se ajusta a una campaña, pero no a la gobernabilidad
Jos� Mar�a Rodr�guez Sar�chaga, experto en oratoria, añade que la eficacia del lenguaje de Milei depende del contexto, el público y el momento. Considera que Milei se ajusta al público con el que se comunica, ya que el discurso que utiliza causa el efecto deseado, a pesar de que este sea percibido de distinta forma por diferentes segmentos de la población. Para él, el éxito de Milei se basa en conectar con un público cansado de la política tradicional y harto de una oposición percibida como poco decisiva. En resumen, cada segmento de la población percibe y analiza el discurso de Milei de una forma totalmente diferente
¿Estrategia o falta de filtro?
En última instancia, la pregunta de si el lenguaje vulgar de Milei es una estrategia política o simplemente una falta de filtro sigue siendo compleja de responder. La evidencia, sin embargo, apunta a que su uso no es accidental. Durán Barba lo ve como una estrategia comunicativa inteligente para conectar con un público específico, mediante un nuevo idioma, memes, y un estilo directo, y para controlar la agenda mediática. Mientras que otros analistas ven como una estrategia de gobierno pobre que no busca consensos, sino solo apoyo popular a una figura en específico. El análisis profundo de los resultados políticos de este enfoque, sin embargo, solo puede darse a largo plazo, aunque actualmente muchos de los análisis concluyen en que su efectividad es alta.