Cristina Kirchner, una figura icónica en la política argentina, se encuentra en una etapa crucial de su carrera. Acusada de corrupción, perseguida judicialmente y con su influencia en declive, su capacidad para reinventarse y mantener su vigencia es asombrosa. Pero ¿cuál es la estrategia detrás de este aparente declive? ¿Es una fachada o hay un cálculo político más profundo en juego?
El Maestro del Juego: Una Comparación con Voltaire
Cristina Kirchner posee un talento estratégico que recuerda al de Voltaire, quien supo utilizar sus destierros y persecuciones para consolidar su imagen de rebelde intelectual. Así como Voltaire convirtió cada ataque en un triunfo literario, Kirchner utiliza los procesos judiciales para fortalecer su narrativa de mártir perseguida por la “antipatria”.
La diferencia, sin embargo, es fundamental. Voltaire enfrentaba la represión de un régimen absolutista; Kirchner, por su parte, se enfrenta a acusaciones de corrupción y abuso de poder. Esta diferencia contextual no disminuye la maestría política de Cristina, quien ha logrado mantenerse relevante, incluso tras las diversas crisis que han sacudido al país. Pero su ‘virtuosismo’ estratégico es más ambivalente, marcado por sombras que enturbian sus conquistas.
La Oposición Pusilánime y el Ascenso de Milei
La oposición argentina, a menudo descrita como pusilánime, no ha logrado contrarrestar la narrativa kirchnerista. La falta de una alternativa contundente ha generado un vacío que personajes como Javier Milei han llenado hábilmente. Este escenario ha creado un espacio político en donde, paradójicamente, el enemigo más conveniente para Cristina no es la oposición moderada, sino la extrema derecha encarnada por Milei.
La razón detrás de esta peculiar estrategia es simple: Milei ofrece un antagonismo perfecto para el relato kirchnerista. Mientras la oposición intenta refutar las acusaciones de corrupción, Milei proporciona una imagen del enemigo ideal: un liberal extremo, conservador y antiperonista. Un contraste que amplifica la propia imagen de Cristina como defensora de los más necesitados y opuesta a las políticas neoliberales, permitiendo posicionarla como la única alternativa para las bases peronistas que ven en la opción Milei un riesgo inasumible.
La Estrategia de la Fortaleza: El Partido Justicialista
La toma de la presidencia del Partido Justicialista (PJ) no es una casualidad. A pesar de haberlo denostado en el pasado como una burocracia anquilosada, Cristina ha aprovechado su estructura para consolidar su posición y ofrecer una base sólida desde la cual resistir las embestidas judiciales y controlar el discurso político de un Peronismo debilitado e ideológicamente desarticulado.
En este sentido, el PJ ha vuelto a convertirse en la herramienta para una política que no sólo busca mantenerse vigente, sino también, a través del control de los hilos del Poder, generar las condiciones para defenderse de cualquier intento de cuestionamiento. Desde esta posición, Kirchner construye un nuevo discurso, capaz de reconciliar la necesidad de defensa propia con las demandas de un sector amplio de su electorado.
La Imitación Maquiavélica: El Caso de Milei
El ascenso de Javier Milei es, en cierto modo, una reflejo involuntario de la estrategia política de Cristina Kirchner. Muchos observadores han destacado la similitud en sus métodos, particularmente en su manejo de las redes sociales y su construcción de un discurso polarizante y anti-sistema. Cristina es una maestra del sectarismo, la utilización del discurso de odio y la difamación para acallar las voces críticas. Milei, por su parte, ha perfeccionado esta técnica. El discurso ultra-liberal con elementos conservadores y nacionalistas permite, de esta manera, repetir los éxitos electorales del peronismo en épocas pasadas
La propia Cristina, aparentemente, lo entiende mejor que muchos de sus opositores. En un juego de espejos, tanto ella como Milei se benefician del mutuo antagonismo. La polarización se acrecienta, manteniendo en una tensión constante al cuerpo político, haciendo que el electorado sienta miedo a la alternativa opuesta, haciendo del votante un rehén de una confrontación permanente.
El Declive como Estrategia
Si bien Cristina Kirchner se encuentra en un aparente declive, su capacidad para tejer alianzas, controlar el relato y utilizar las herramientas del poder político es incuestionable. Su estrategia, aunque no exenta de controversias y éticamente cuestionable en muchos aspectos, se caracteriza por un cálculo estratégico y una sorprendente capacidad de adaptación. El futuro de la política argentina dependerá en gran medida de cómo la oposición responda a esta maquiavélica estrategia.
La lectura de este aparente declive exige un análisis cuidadoso que vaya más allá de la superficie, para entender que en la política la aparente derrota puede ser parte de un juego mucho más complejo. Cristina Kirchner puede haber logrado su meta, convirtiendo a sus enemigos en aliados, al menos, en su narrativa política.